sábado, 23 de marzo de 2013

Capítulo setenta.

¡HOLA!
Como siempre, perdonen la tardanza, no pude subirlo antes,
pero el capítulo ya tenia varias semanas terminado.
En fin, no tengo mucho que decir, solo que espero les guste, tanto como a mí y me dejen muchos comentarios.

Por cierto, la pregunta sobre a quien le gustaba "All Time Low" fue porque
estoy planeando en escribir un fic/novela, como lo llamen, inspirado en Alex, y pues quería saber
cuantas de ustedes eran fans, para ver si sí lo publicaba cuando lo terminara...

Pero bueno, ya que llegue ese momento se los preguntaré de nuevo.
Espero estén bien.

Yanan.



El día de la boda por fin había llegado. Me había levantado muy temprano para alistarme con calma, a pesar de que la noche anterior había sido la última despedida de soltera de Karen, no me sentía cansada en lo absoluto por no haber dormido lo suficiente.

Coloque mi vestido sobre la cama, con cuidado de que no se arrugara y camine hacia la ducha. Me di un baño y después de secarme y ponerme crema en el cuerpo, me puse una bata y espere a que Emma llegara, ya que nos alistaríamos juntas. Mientras esperaba, me había puesto a acomodar un poco mi habitación. Minutos después, el golpetear de mi puerta, me aviso que Emma ya estaba aquí.

Abrí y ahí estaba ella, con una sonrisa de oreja a oreja, acompañada de una chica a la cual no conocía. Las deje pasar, ella camino directamente a mi habitación, quitándose los converse que traía, su acompañante la siguió de cerca. Al entrar a mi habitación, coloco su vestido junto al mío, mientras que dejaba en el piso una bolsa grande, donde traía ropa extra y algunos otros complementos para su vestuario. La chica sin nombre, iba con un maletín, el cual coloco sobre mi escritorio. Yo solo observaba los movimientos de ambas sin entender.
—Oh, sí. Sam, ella es María, nos peinara y maquillara, María ella es Sam. —le sonreí a María, mientras le hacia una seña a Emma de que me acompañara, confundida me acompaño fuera de mi habitación.
—Emma, no tengo dinero para pagarle a una estilista, por eso habíamos decidido que nos alistaríamos juntas, para ayudarnos. —susurré para que María, quien estaba acomodando su maletín, no escuchara.
—Lo sé y lamento no haberte dicho antes… pero ella me debía unos favores, además de que quedaríamos mejor si alguien especializada en eso, nos ayudara.

Negué la cabeza y regresamos a mi habitación. Emma quería darse una ducha rápida, así que yo decidí ir a la cocina a preparar un poco de café y pan tostado.

Estaba demasiado emocionada por la boda de dos de mis mejores amigos, sabía que serían muy felices juntos, tal vez más de lo que ya eran y eso era lo importante.

Camine de regreso a mi habitación con una charola, la cual contenía nuestro intento de desayuno y lo coloque en mi escritorio. Emma ya había salido de la ducha y estaba cepillando su cabello.
—Gracias, Sam. No te hubieras molestado, no tengo mucha hambre… no debí de haber tomado ese tequila extra anoche.
—No es momento de arrepentimientos, nos la pasamos muy bien, Emma. Además, el café te caerá perfecto. Es algo ligero, yo tampoco tengo hambre. —a regañadientes tomo la taza y le dio un sorbo.
— ¿Has sabido algo de Adam? —pregunto mientras dejaba la taza sobre el escritorio, y tomaba su celular.
—No. No hemos hablado desde que se fue, a estas alturas ya no sé si estoy soltera o en una relación.
—Que lastima, hacían una linda pareja. —dijo mientras se sentaba en mi cama, yo la miraba con cara de ¿Qué dices? Y ella solo se encogió de hombros.

La primera en pasar a manos de María fue Emma. En su cabello, le hizo un recogido alto, con un ligero volumen y el fleco peinado hacia la izquierda. Su maquillaje, fue sencillo, un poco de sombras cafés y un delgado delineado sobre su párpado, con un color melocotón en las mejillas y terminando con un labial, también color melocotón. Con ayuda mía y de María, Emma se puso su vestido. Era un vestido color amarillo mostaza, con cuello “v” cruzado, y unas coquetas y pequeñas mangas, ceñido debajo del pecho y suelto hasta las rodillas. Completo su atuendo, con unas zapatillas color café,  un collar de cuentas moradas y cafés y un bolso de mano a juego.

Mi turno llego. No tenía idea de cómo quería mi maquillaje y peinado, pero María me dijo que confiara en ella. No sabía cómo resultaría aquello, pero decidí hacerle caso, ya que me había gustado como había quedado Emma.

Una hora y media después, estaba lista. Mi cabello estaba recogido a la altura de la nuca. María había hecho una raya en medio, haciendo tomando 2 mechones de cabello y enrollándolos -como si fuera una trenza incompleta- a cada lado de mi cabeza y la sujeto –ambas “trenzas”- en la parte de atrás. El cabello suelto de mi nuca, lo fue enrollando alrededor, como si lo hiciera descuidadamente y lo sujeto con algunas horquillas. Mi maquillaje fue totalmente diferente al de Emma, mis ojos llevaban una sombra blanca, con un ligero tono café casi invisible, con un ligero delineado obscuro al final del párpado uniéndolo con la parte de abajo, solo para dar énfasis en el ojo, terminando con varias capas de mascara de pestañas. Mis mejillas fueron coloreadas discretamente con un tono bronceado y por último, a mis labios le aplico un labial rojo. Quede encantada por mi peinado y maquillaje.

María tenía que irse, así que Emma la acompaño a la puerta, mientras yo terminaba de alistarme. Me deshice de la bata, y me puse mi vestido. Emma llego a tiempo, para ayudarme a cerrar el cierre que tenía en la parte de atrás.
Mi vestido era color rojo carmín, a comparación del de Emma, era largo y recto, de doble tela, una delicadamente pegada a mi cuerpo y la segunda era casi transparente que solo servía para darle movilidad al vestido, el escote era de corazón, y tenía un detalle cruzado hacia la derecha. De accesorios opte por un collar que tenía un pequeño diamante, un anillo igual de discreto y unos aretes que también tenían un diamante.

A las cinco de la tarde, Tom llego por nosotras. Habíamos terminado justo a tiempo. Nos pusimos perfume, tomamos nuestros abrigos y bolsos y salimos hacia el auto de Tom.

Como todo un caballero que era, nos estaba esperando en la recepción. Al vernos, nos dio una vuelta y nos dijo que nos veíamos estupendas. Caminamos hacia su auto y nos subimos.

La misa y la fiesta serían en el mismo lugar. Era un jardín a las afueras de Londres. No tardamos mucho en llegar, ya que Tom se sabía un atajo, así que 10 minutos antes de las seis de la tarde, nos encontrábamos buscando a los demás. A lo lejos, vimos a Dougie, Danny y Vanessa, caminamos hacia ellos para saludarlos. Todos se veían muy bien, hasta podría decir que Vanessa se veía bien, pero no lo haría.
— ¿No ha llegado Melanie? —pregunte, tratando de evitar la mirada de Danny.
—Sí, había ido a ver a Karen. —respondió Dougie, para después mirar detrás de mí con una sonrisa, me gire para ver a quien veía y me encontré con mi guapa amiga, quien venía encantadora con un vestido largo color azul. Nos saludó y mientras lo hacía, la marcha nupcial comenzaba a sonar.

Nos acomodamos en nuestros lugares, mientras veíamos caminar a Harry del brazo de su mamá. Al vernos nos sonrió, se le notaba nervioso. Después de que varias personas desfilaran por el pasillo, logramos ver a Karen. Tenía una gran sonrisa en su cara. Se veía hermosa y despampanante. A pesar de haber ido a varias pruebas de vestido con ella, ninguna de nosotras sabía cuál iba a ser su elección. Su vestido era sencillo como ella. La parte de arriba era un drapeado strapple y con escote en forma de corazón, con pedrería plateada a la altura de la cintura que simulaba la separación a la parte de abajo, que era lisa y con un elegante volumen, la cola no era larga, pero tampoco corta, era de un tamaño perfecto. Su cabello iba suelto y con ondulaciones. Se veía realmente bella.

Al momento en el que su papá la entrego con Harry, ambos se miraron y sonrieron de una manera tan hermosa, que hizo que me dieran ganas de estar en su lugar, casándome y tratando de ser feliz.



{***}



La fiesta había comenzado. Todos, después de haber felicitado a los novios y de habernos tomado fotos con ellos, nos dirigimos hacia unos toldos, que cubrían las mesas y la pista de baile. Cada detalle había sido pensando por si en algún momento comenzara a llover, ya que nunca se sabía con el clima de nuestra hermosa ciudad.

Todos se estaban divirtiendo, después del primer baile como marido y mujer, Harry y Karen abrieron la pista de baile y todos nos fuimos a bailar. Como no llevábamos pareja, Melanie y yo bailábamos juntas, Dougie estaba con varios amigos hablando, Emma y Tom bailaban con nosotras y Danny se encontraba en la mesa, sentado con Vanessa.

Estuvimos bailando por un buen rato, hasta que pusieron música instrumental dándonos a entender que la cena estaba por ser servida, así que regresamos a la mesa y nos unimos a los demás que estaban ahí.

Sentía la mirada de Danny en mi de vez en cuando, ya que estaba sentado frente a mí, la primera vez que lo vi mirándome, le sonreí, pero ya las siguientes veces, preferí ignorarlo, ya que me sentía nerviosa.


(…)


Entrada la noche, seguíamos bailando y disfrutando. Hubo un momento, en el que me había encontrado a mí misma, siendo de mal tercio entre Tom y Emma, ya que Melanie había desaparecido de mi lado sin siquiera haberme avisado. La busque con la mirada y la vi bailando muy pegada a Dougie. Sonreí. Me disculpe con Emma y Tom y me dirigí hacia la mesa, para tomar mi bolso e ir al tocador.

Me daba algo de pena ver a Danny sentado, casi no se había parado a bailar y el generalmente era el alma de las fiestas. No entendía por qué no se paraba y disfrutaba de la fiesta, si Vanessa no quería. Les sonreí y me aleje de ahí.
Al llegar al tocador, me refresque un poco la cara y después me retoque el maquillaje. Al abrir la puerta, golpee a alguien. Era Danny.
—Lo siento, no sabía que estabas ahí. —dije.
—No te preocupes.
— ¿Disfrutas la fiesta? —pregunte.
—No mucho… —guardo silencio— Iba a dar un recorrido por el jardín, ¿quieres venir? —lo pensé por unos minutos. No sabía si era correcto, pero la verdad es que ya me había cansado un poco el ruido de la música.
—Sí, solo iré a llevar mi bolso a la mesa ¿de acuerdo?
—Te espero aquí entonces. —sonrió.

Regrese a la mesa y ahí estaba Vanessa revisando su celular. Ni siquiera me miro. Deje mi bolso y me fui a encontrar con Danny afuera de los sanitarios.

Estaba ahí, recargado sobre una columna de piedra, mirando hacia la nada, se le notaba algo perdido y melancólico. Al acercarme a él, su melancolía se disipo y me mostró una sonrisa.

Caminamos hasta que la música solo se escuchaba a lo lejos. De los arboles colgaban esferas de cristal que tenían velas dentro y pétalos blancos adornaban el pasto. Se veía hermoso.

Hablábamos de la boda y de lo felices que Karen y Harry se veían, cuando comenzó a sonar una canción lenta proveniente de la fiesta. Danny me miro con cuidado, como si no sabía cómo decir algo.
— ¿Qué? —pregunte, tratando de alentarlo.
— ¿Quieres bailar?
—No sé bailar canciones lentas. —admití nerviosa.
—Yo te guío. Es muy sencillo. —dijo acercándose lentamente a mí. Coloco mi brazo derecho sobre su hombro, mientras que su mano derecha, se posaba gentilmente sobre mi cintura. Con su mano izquierda, tomo la mía y comenzó a moverse suave y lentamente.

Conforme agarrábamos el ritmo de la canción, yo, ya más relajada y dejándome llevar por la canción, soltaba la mano de Danny, poniéndola sobre su hombro derecho, enrollándola en su cuello y el bajando su mano libre a mi cintura, encontrándose con la que ya tenía ahí. 

En ese momento, nos miramos a los ojos. Estábamos frente a frente, nariz con nariz. Yo observaba el azul de sus ojos y después sus labios. Sabía que esto estaba mal, sabía que debía separarme, pero no podía. El sentimiento de querer estar en sus brazos era más fuerte que nada, no pensaba en Adam, en Vanessa, en ninguna consecuencia. Solo éramos Danny y yo. Nadie más. Era uno de los momentos más especiales que habíamos tenido. Nos estábamos diciendo todo con la mirada. Sus ojos brillaban a la luz de la luna. Dejamos de bailar mientras nos seguíamos mirando. Iba a suceder. Danny comenzó a inclinarse hacia mí, y yo hacia él, cerrando poco  a poco los ojos. Nuestros alientos se mezclaban…
— ¿Sam...? —dijeron detrás de mí. Haciendo que nos separáramos rápidamente.
Me di cuenta de que esa voz era conocida para mí. Me gire y lo vi. Me miraba fijamente. Solo a mí, no a Danny. Sus ojos estaban sobre de mí. Era sorpresa, decepción, tristeza… un montón de cosas.

No me dio tiempo de hablar, cuando comenzó a caminar rápidamente, alejándose de nosotros. Iba a ir detrás de él, pero Danny me tomo del brazo, jalándome hacia él, impidiendo que fuera con Adam. Yo intente zafarme e ir detrás de él, pero Danny no me soltaba, molesta golpee su pecho y lo aparte. Danny abrió los ojos como platos y me miro sorprendido. Un nudo comenzaba a formarse en mi garganta.
— ¡No entiendes, Danny! —Grite frustrada— No puede terminar así.





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:DDD

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No se les olvide comentar, por fa.

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lunes, 11 de marzo de 2013

Capítulo sesenta y nueve.

Muchas gracias por sus comentarios & likes
en la entrada anterior, como siempre, me hacen sonreir.
Espero todas y cada una de ustedes este bien.
Y como siempre, tambien espero que disfruten el capítulo.

Yanan.

P.d. ¿a alguna de ustedes les gusta "all time low"? si es así, haganmelo saber
en los comentarios, por fa :).

Por cierto, acá les dejo mi pagina de McFLY. No importa que no sean de México, pueden darle like: {xx}

¡Gracias!






El lunes siguiente, llegue a la tienda una hora después de la hora en la que se suponía debía estar ahí. Emma ya había llegado y estaba quitando el polvo de un librero. Le sonreí y pase a dejar mi bolso y abrigo y me acerque para saludarla y ayudarla a limpiar la tienda. Hoy no veníamos a trabajar, solo era el día de limpieza e inventario, así que había música proveniente de su iPod por todo el lugar.
— ¿Y bien? —me pregunto Emma después de un rato.
— ¿De qué?
—Pues quiero saber que paso entre Adam y tú el viernes, en todo el fin de semana no pudiste decirme…
—Pues nada, solo hablamos.
— ¿Nada más hablaron? ¿Cómo está todo entre ustedes?
Deje lo que estaba haciendo y me sacudí las manos.
—Todo está bien. Hoy nos vimos, de hecho por eso llegue tarde…
— ¿Por qué se vieron?
—El viernes yo iba a decidida a terminar con él, Em.
—Lo sé… ¿Qué paso? ¿No terminaron? —me imito, también dejando sobre una mesa un florero que estaba sujetando.
—No pude. —respondí haciendo una mueca.
— ¿Qué? Sam…
—Lo sé. —Bufé— ¿Pero qué otra cosa podía hacer? Adam iba tan sonriente que no quería arruinarle eso, me sentiría mal. No quiero lastimarlo. Además, dijo algo que me sorprendió, me dijo que se iría a Italia, así como yo me fui a Barcelona, dijo que aprovecharía para pensar bien nuestra relación y ver si sí le convenía irse allá a trabajar.
—Tal vez se fue con la esperanza de que lo de ustedes puede salir adelante si se toman un tiempo separados, pero ambas sabemos que eso no será posible, ya que no puedes estar con él si no lo quieres de esa manera.
—Por eso fui hoy a intentar hablar con él de nuevo, pero su vuelo se había adelantado, así que no alcance.
—Oh.
—Lo sé.



(…)



Al día siguiente, después de que terminamos el trabajo del día. Sentía que mi mala suerte iba creciendo. Primero, ayer no había logrado hablar con Adam; Y hoy, en la tienda, cuando iba saliendo de la parte de atrás con una caja, la cual contenía una vajilla de porcelana, me tropecé con un tapete, logrando que todo lo que venía dentro de la caja, se rompiera, así como mi pantalón favorito, dando como resultado unas rodillas lastimadas.

Después de haber sido casi atropellada por un tipo en una bicicleta, llegue a mi apartamento. Cerré la puerta detrás de mí, me quite las zapatillas dejándolas al lado de la puerta y como ya estaba obscuro, a tientas busque el interruptor de la luz, lo presione y no sucedió nada, la luz no encendió. Lo seguí haciendo por varios segundos, prendiendo y apagando el interruptor y nada, no prendí. Gruñí. De mi bolsa saque mi celular para usarlo de linterna, y así ir a buscar unas velas a la cocina.

Abrí todos los cajones, uno por uno, y nada, ¿Qué no tenía velas?, como no encontré nada ahí, fui de nuevo a la sala y busque más, hasta que recordé que tenía algunas en el baño y en mi habitación. Para cuando regrese a la sala, coloque dos velas sobre la mesa de centro y las encendí, después puse una en la cocina y guarde otras tres más, para mi habitación.
¿Y ahora que hacía? Todos vendrían a cenar a mi casa y yo no tenía luz. Decidí bajar y tocarle a su departamento al portero.
Muerta de la pena, y dos golpes a su puerta después, el abrió. Ya estaba vestido con su pijama, lo que hizo que me diera más pena el haber bajado a molestar.
— ¿Si?
—Hola, soy la chica del apartamento seis… este… quería ver si usted sabía el por qué no tenía luz.
—Bueno, la fecha de pago fue el viernes, supongo que fue por eso. —se encogió de hombros.
— ¿Porque no me avisaron?
—No sé, señorita, creo que si le dejaron un aviso en su buzón. ¿Algo más que necesite?
Regrese a mi apartamento con unas cuantas velas que el portero había sido amable de prestarme. Las encendí y las coloque en puntos estratégicos. Acomode un poco la sala y de mi celular llame a un restaurante mexicano y encargue la cena. Minutos después, golpearon a mi puerta. Peine mi cabello antes de abrir.

Era Danny, quien al momento en el que abrí la puerta, levanto una botella de vino y una bolsa de botanas mientras sonreía. Le sonreí de vuelta y lo invite a pasar. Al poner un pie dentro, soltó un silbido.
— ¿Qué? —pregunte cerrando la puerta, mientras tomaba la bolsa de botanas y caminaba hacia la cocina.
—Tu decoración…
—Oh sí, no tengo luz…
—Con razón, se me hacía muy romántico para una cena de amigos. —negué con la cabeza divertida, mientras servía las botanas.

Poco a poco todos fueron llegaron y todos preguntaban el porqué de las velas. Para cuando la cena llego y nos sentamos a comer, empezaron las preguntas sobre donde estaba Adam, yo solo respondía que se había ido a Italia a trabajar por unas semanas.

Harry pregunto si iría a la boda, y yo respondí que lo más probable era que no. Todos se lamentaron, menos uno, el no dijo nada al respecto y yo como siempre, trate de ignorar su falta de interés en Adam.

Cuando terminamos de cenar, nos fuimos hacia la sala y abrimos la botella de vino que había traído Danny. Emma me acompaño a la cocina por las copas de vino y para cuando regresamos, el único espacio disponible era al lado de Tom y entre Danny y Dougie. Era obvio donde debía sentarme. Puse las copas que traía en la mano sobre la mesa y Danny se estiro para tomar la botella y abrirla, al hacer ese movimiento, su brazo golpeo mi muslo, haciendo que un raro y ligero estremecimiento me recorriera.

Me senté en mi lugar y empezamos a platicar. Todos estaban emocionados por la boda. En la reunión solo faltaba Vanessa, pero no era algo que me preocupara a mí, además de que nadie parecía extrañarla. Según Danny seguía en Bolton y por mí, que se quedara allá el tiempo que fuera necesario.

Conforme la plática avanzaba, las copas de vino también lo hacían. Me puse cómoda, subiendo las piernas al sofá. Danny señalo mi rodilla mientras le daba un sorbo a su copa. No entendía por qué la había señalado, hasta que me di cuenta de que no había tenido tiempo siquiera de cambiarme de pantalón.
— ¿Qué te paso? —pregunto dejando su copa en la mesita.
—Oh, Sam se cayó hoy entrando a la tienda, se tropezó con una alfombra y rompió una caja que tenía una vajilla de porcelana —rio burlándose Emma— por eso tiene el pantalón roto y la rodilla lastimada.
—Y tú, en vez de ayudarme, te empezaste a reír como loca maniática. —trate de hacerme la molesta mientras bebía de mi copa.
—Me empecé a reír cuando vi que estabas bien y no te había pasado nada. —se defendió. Yo me encogí de hombros y le di otro trago a mi copa. Todos empezaron a reír por nuestro intento de pelea, pero termine uniéndome a ellos.

No me había dado cuenta de lo cerca que estaba de Danny, hasta que al reír, gire mi cabeza y vi su rostro cerca del mío. Me aleje lo más rápido posible, sin que se diera cuenta del porque lo había hecho. Él no lo noto, pero en cambio, puso casualmente su mano sobre mi rodilla sana.
—Claro, ríanse de mi mala suerte. —hable tratando de ocultar el ligero temblor de mi voz. —No ha sido mi día, también cuando venía, un tipo en una bicicleta estuvo a punto de arrollarme, después, llego a la seguridad de mi casa y me encuentro con que no hay luz, definitivamente tengo mala suerte. —dicho eso, otra gran carcajada inundo mi apartamento. No sabía si era por el vino que estábamos bebiendo o si en realidad mi mala suerte era demasiado divertida. O tal vez eran las dos cosas.

Para cuando el reloj marco la 1 de la mañana, todos empezaron a retirarse. Danny fue el último en irse, ya que se ofreció a ayudarme a recoger, aunque no era mucho lo que se debía limpiar, solo era poner los empaques de la comida y las botellas vacías de vino en una bolsa y lavar los platos , nada que no hubiera podido hacer sola.
—Gracias. —dije cuando terminamos.
—Creo que es hora de que yo también me vaya.
—Te acompaño a la puerta. —le sonreí y comencé a caminar, el me seguía de cerca.
Abrí la puerta, y salió.
—Gracias, de nuevo. —repetí.
— ¿Te llamo para salir? Deberíamos ir a dar un paseo, o algo por el estilo… como en los viejos tiempos. —sonrió.
—Claro, me encantaría. —le sonreí de vuelta.
—Ok, yo te llamo. —se acercó para despedirse de mí. Nos dimos un abrazo, y así nos quedamos por unos segundos, en esos momentos, me habían dado unas ganas tremendas de besarlo, así que me separe y palmee sus hombros.
—Bien…
—Bien…
— ¿Me llamas?
—Sí.
—Adiós. —le dije con la mano mientras se alejaba. No me espere a perderlo de vista, cuando cerré la puerta y comencé a apagar las velas.
Quería gritar de lo frustrada que me sentía.



(…)


El miércoles y el jueves pasaron, sin que sucediera algo interesante. Había ido al trabajo, después había salido a comer con las chicas y después de eso, regresaba a mi casa. El viernes, para cuando llegue a mi casa después de un largo día en la tienda y sin señales de vida de Danny, camine al baño y decidí que nunca había usado mi bañera, así que fui directo al baño y abrí la llave del agua caliente, para que se llenara. Fui a mi habitación por un libro, mis audífonos y una esencia de vainilla que había comprado en mi viaje a Nueva York. Fui directo al cuarto de baño y vertí un chorrito en la bañera, después coloque un poco de jabón y cerré la llave del agua. 

Encendí unas cuantas velas, para que el ambiente estuviera más relajado y apague la luz. Me despoje de mi ropa, me hice un moño en el cabello y me metí. Me acomode bien, tome mi libro, me coloque los audífonos, puse en aleatorio el reproductor y recargue mi cabeza en una toalla que había colocado detrás de mí.

La canción que empezó a sonar era un demo de los chicos llamado “Love Is Easy”, era una canción muy pegadiza, cursi y sobre todo hermosa. Habían dicho que la habían escrito dedicada a sus fans y eso me había parecido adorable, aunque aún no estaban seguros de sí deberían grabarla y ponerla en su próximo disco.

Aún recuerdo la primera vez que nos la habían enseñado, al término de la canción yo salte diciendo que el amor no era fácil y todos se habían reído de mí… Para mí, el amor es de las cosas más complejas que pueda existir, siento que si todo fuera fácil, le quitaría lo interesante… Bueno, no sé, esa fue mi explicación ese día y la mayoría de esa habitación solo se encogió de hombros, diciendo que tal vez tuviera razón, pero decidí no hacerlos cambiar de opinión, tal vez ellos si han tenido suerte en eso del amor, pero yo no y por eso se me hace complicado ¿Quién sabe?



(…)



Para cuando el agua de la bañera comenzó a ponerse fría, decidí que era tiempo de que me saliera y me prepara algo de cenar. A pesar de que era viernes, no tenía planes… digamos que no tenía muchos amigos a los que acudir, aunque a veces pensara que sería bueno buscar más.
Me puse una pijama de franela, deje mi cabello desordenado y me avente a la cama con un plato de cereal y mi computadora portátil. Tenía tiempo sin revisar mi bandeja de entrada, así que decidí que era una buena idea hacerlo ahora y ver si Melanie estaba conectada.
No correos nuevos. No Melanie online. Si Danny conectado.

Me envió una solicitud de video-llamada, la cual yo rechace.

·         Danny Jones:

¡Hey! ¿Por qué la cancelas?

·         Samantha:

No estoy en condiciones de video llamadas en estos momentos, Daniel. –envíe.

·         Danny Jones:

¿Por qué no? L

·         Samantha:

Porque ya estoy en pijama, y sin maquillaje. Podemos hablar por aquí si lo deseas.

·         Danny Jones:

De acuerdo… antes de que se me olvide, ¿mañana quieres ir a dar un paseo al zoológico?, No acepto un no por respuesta, de una vez te advierto.

·         Samantha: 

¿Entonces para que me preguntas si no tengo opción? :p

·         Danny Jones:

Para avisarte y que no hicieras planes, y si ya los tenías, para que los cancelaras J


Así estuvimos hablando prácticamente por una hora y media, hasta que le dije que estaba muerta y quería ir a dormir. Empezaba a preguntarme por el paradero de Vanessa, ya que tenía casi 1 semana sin salir con nosotros y Danny no parecía nombrarla a menos de que alguien le preguntara por ella –cosa que nadie hacía.

A la mañana siguiente, Danny había querido pasar por mí, pero yo me negué, diciendo que tenía que ir a la tienda por algo que se me había olvidado, lo cual, no era del todo mentira, había olvidado mi bufanda favorita.

El taxi se detuvo justo enfrente de la entrada del Zoológico, le pague y baje. Con la mirada empecé a buscar a Danny, pero no lo veía, hasta que a lo lejos, vi una mano alzarse entre toda la multitud, era él. Estaba de pie justo al lado de la taquilla, al estar frente a él, lo salude y me entrego mi entrada.

Caminamos hacia las personas que recogían el boleto y entramos. Tenía años sin ir a un Zoológico, así que estaba algo emocionada y enternecida por la clase de paseo que Danny había elegido.

Hicimos de todo. Recorrimos cada una de las jaulas, fuimos a ver a los reptiles, las aves, todo, vimos a toda clase de animales que me pudiera imaginar. Incluso nos habíamos tomado foto con unas aves, una boa constrictor, con los pingüinos y con una tortuga gigante. Alimentamos a las jirafas, a las ardillas y a unos monos. Tenía mucho tiempo que no me divertía de esa manera.

Nos paramos para descansar y comer algo en un quiosco que estaba dentro del lugar. Habíamos pedido unas hamburguesas grandes y dos refrescos del mismo tamaño. Nos sentamos en una mesa de cemento redonda, quedando frente a frente. Reíamos y hablábamos como hace mucho tiempo no lo hacíamos.

La noche estaba cerca, el sol se estaba ocultando y la gente se iba retirando. No quería que el día terminara, me la estaba pasando tan bien con él, que me ponía sentimental.
Mientras caminábamos hacia su auto, yo me cerraba la cremallera de mi chaqueta de piel en silencio. Danny lo noto.
— ¿Todo bien, Sam? —pregunto mientras me abría la puerta del copiloto.
—Sí… —suspire—demasiado, tanto que no quiero que el día termine. —lo mire apenada, el me dedico una sonrisa y una caricia en mi mejilla.
—Lo sé, yo tampoco quiero que termine. —a lo lejos, se escuchaba como cerraban las puertas del zoológico. —Me lo pase muy bien hoy, gracias por aceptar  venir conmigo.
— ¿Por qué no habría venido? ¿Quién puede resistirse a una visita al zoológico de Londres? —sonreí.

Nos montamos en el auto y Danny condujo hacia mi departamento.
Días como estos, me recordaban el porque me había enamorado de él, de su persona, de todo lo que era Danny Jones.
Miraba su perfil con una gran sincera sonrisa, el semáforo se había puesto en rojo, Danny detuvo el auto y me miró fijamente, dedicándome una más grande, que había hecho que hasta mi corazón sonriera, si eso era posible.



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