jueves, 28 de febrero de 2013

Capítulo sesenta y ocho.


Aquí les dejo el nuevo capitulo. Bienvenidas las nuevas lectoras.
Espero les guste y me dejen sus comentarios al respecto.
Hoy si no tengo mucho que decir, ya que me pondré a escribir el siguiente capitulo.
Gracias por la espera.

Besos.

Y.

¡Por cierto! ¿sería mucha molestia si le dan like a mi página de McFLY? No importa que no sean de México, se los agradecería mucho: {xx}

¡Gracias!



Llegamos al mismo lugar en donde por primera vez Danny y yo habíamos ido a cenar solos, cuando los demás nos habían dejado encerrados en el armario. Entramos y pedimos lo mismo que habíamos pedido esa vez. Podría sentirse como un déjà vu, pero no lo hacía, había algo diferente.
Después de ordenar y de que nos dieran nuestras charolas con nuestro pedido, caminamos y buscamos una mesa libre. No decíamos nada, cosa que era demasiado extraño, desde que habíamos llegado habíamos hablado muy poco, no me preguntaba nada, no le preguntaba nada.
Mientras esperaba que Danny terminara de hacer una llamada, jugaba con mis uñas y observaba cada movimiento que hacía. Me encantaba verlo, podía estar todo el día haciéndolo.
— ¿Qué? —pregunto sacándome de mi ensoñación. Me había quedado fijamente mirándolo y no me había dado cuenta de que ya había terminado su llamada.
— ¿Te has preguntado alguna vez cuantas pecas tienes? —pregunte seria, a lo que el respondió con una gran y sonora carcajada que termino contagiándome.
—No realmente.
—Un día deberías intentarlo.
—Er… ¿no? —siguió riendo, mientras se ponía de pie, para que yo lo hiciera. Comenzamos a caminar hacia la salida. —Ya sabes que no les tengo mucho cariño que digamos.
Me abrió la puerta.
—Pues ya sabes que a mí me parecen demasiado adorables. —dije mientras salía, él se quedó un paso atrás de mi mirándome. — ¿Qué? —Me gire encarándolo— Ya te lo había dicho. No es algo nuevo.
Me miro de nuevo, después miro hacia su alrededor, volviendo a poner su mirada en mí.
— ¿Quieres caminar un rato? —alzó ambas cejas, mientras movía sus pies cómicamente. Solo asentí. Puso de nuevo la alarma de su auto a lo lejos y comenzamos a caminar.
Esta vez el silencio no era tan incómodo y extraño como el de la cena. Caminamos así por varios minutos. Se sentía bien, ya extrañaba estar así con Danny. De repente lo observaba de reojo y sonreía, aunque terminaba mordiendo mi labio inferior para que él no lo notara. Lo hice varias veces con éxito, hasta que me atrapo mirándolo y sonriendo ante su perfil.
— ¿Y ahora qué? —pregunto divertido. Negué con la cabeza también divertida y a la vez avergonzada, pero ahora no podía ocultar mi sonrisa. — ¿Cómo estuvo Barcelona? —pregunto por fin.
—Increíble. —respondí mientras me estremecía por una corriente de aire que había hecho que me abrazara a mí misma, el clima en Londres seguía siendo frío, a comparación de las soleadas semanas que había pasado con Melanie. Además, no sé por qué no se me ocurrió que haría frío, solo traía unos jeans, unas zapatillas sin tacón y una blusa ligera de botones al frente.
—Oh, ¿tienes frío?
—No, estoy bien, ¿tú? —pregunte, ya que él tampoco traía algo con lo que cubrirse.
— ¿Segura? Porque puedo regresar al auto a buscar algo. —señalo hacia atrás con su pulgar.
—Segura. —le sonreí y seguimos caminando.
—Entonces estuvo increíble..
—Sí, es una ciudad muy bonita, además, la casa de Mel y su mamá es espectacular… esta frente a la playa…

Empecé a platicarle de todo lo que habíamos hecho esas dos semanas. Otra corriente de aire me estremeció, logrando que varios mechones de cabello se salieran de su lugar. En un dos por tres, Danny había pasado su brazo derecho sobre mis hombros, atrayéndome hacia él. Trague saliva por la cercanía, pero no me importo, así que seguimos caminando así por un rato más hasta que llegamos a su auto de nuevo.

Pasaban de las 12 de la noche, cuando Danny me dejo en mi casa. Subimos a mi departamento, ya que no quería dejar que subiera yo sola mis maletas. Ya arriba, dejo las maletas de pie junto al sofá. Lo invite a quedarse un rato, para seguir platicando, ya que lo estábamos haciendo muy a gusto, pero se negó diciendo que ya era tarde y que ambos debíamos descansar. Una parte de mi agradeció su consideración, ya que estaba muerta, pero otra, se enojó y sintió triste, ya que nunca me había negado una invitación.
Nos despedimos con un beso y un abrazo. Lo vi alejarse por el pasillo hacia las escaleras, ya que el ascensor no servía, hasta que lo perdí de vista.

Cerré bien la puerta con llave y camine a la cocina por un vaso con agua. Tenía demasiada flojera como para deshacer mi maleta, así que solo tome mi bolso y me dirigí hacia mi habitación.
Saque un pijama limpia del armario y me cambie. Me tumbe en la cama con el celular en la mano, percatándome de que no tenía pila, así que lo conecte al interruptor y lo encendí. Al momento de hacerlo, unos veinte mensajes de texto  y unas llamas perdidas aparecieron ante mis ojos. Unas eran de Melanie, pero la mayoría de las llamadas y mensajes eran de Adam.
Le mande un mensaje de texto a Melanie avisándole que ya había llegado y después, me dispuse a llamarle a Adam, pero no respondía, así que le envié otro mensaje diciéndole que ya estaba en casa, lista para dormir.
Generalmente, los respondía rápidamente, pero ya habían pasado diez, quince minutos desde que se lo había enviado y no había respondido, deje mi celular a mi lado y me acomode para dormir.



(…)



El timbre de llamada de mi celular comenzó a sonar. Aún con los ojos cerrados, estire mi brazo para tratar de buscarlo entre todas las cobijas que me había puesto durante la noche. Cuando lo encontré, con un ojo cerrado y otro medio abierto, me di cuenta que era Adam. Eran las 7am. Me talle los ojos y respondí a su llamada, tratando de ocultar un bostezo.
—Hola. —dije, mientras me acomodaba en la cama. —Ayer se me termino la batería y no pude llamarte hasta más tarde, no recordaba que no había tenido tiempo de cargar el celular antes de salir de Barcelona. Cuando llegue aún tenía algo de pila, pero al salir del aeropuerto fui a cenar con Danny y para cuando llegue a casa y conecte el celular, me di cuenta de todos los mensajes y llamadas.
— ¿Danny? —respondió molesto.
—Err… sí.
— ¿Por qué viste a Danny?
— ¿Cómo que porque lo vi? Él fue por mí al aeropuerto.
—Tom iba a ir por ti, no él.
— ¿Por qué no fuiste tú? —pregunté algo molesta por su actitud. —Se suponía que tu irías por mí, no ellos.
—No pude, me salió un compromiso, así que le había pedido el maldito favor a Tom, quien no entendió que si no se lo pedí a cualquiera de los otros fue por algo.
Ya me encontraba sentada en la cama y más despierta que nunca. ¿Qué le pasaba?
—Bueno, ninguno de ellos es mi chofer, si no podías recogerme tú, me hubieras llamado y yo hubiera pedido un estúpido taxi, si tanto te molesta que Tom no me haya podido recoger, Adam.
Otra pelea más.
—No es eso.
— ¿Entonces qué es? —bufé— No me digas que no lo es, porque si lo es, te molesta que Danny haya ido por mí, pero lo peor del caso es que yo no le pedí que fuera por mí, de seguro Tom le pidió el favor porque él no podía, yo que sé, Adam.
— ¿Por qué se lo pidió a él y no a Doug o a Harry? —seguía con ese tono de voz que me hacía querer golpear cosas.
— ¿Sabes qué? No sé, pregúntaselo tú. —dije y termine la llamada.
Me pare de la cama y camine hacia el armario por un cambio de ropa deportiva. Saldría a caminar para despejar mi mente. Estaba que echaba humo por las orejas. Ya que me cambie, me hice una coleta, me puse mis tenis, tome mi iPod, y una ligera chamarra. Deje el celular sobre mi cama, al cual Adam estaba llamando. No le contestaría hasta que el coraje que me había hecho pasar, bajara.


(…)



Tenía ya un rato caminando, cuando mire el reloj del iPod y ya pasaban de las ocho de la mañana, me senté en una banca cercana a descansar un poco. Por lo agitada que estaba, humo blanco salía de mi boca, haciendo que mi mente viajara a cuando era pequeña y jugaba a suponer que estaba fumando y soltaba el humo del cigarrillo.

Un Beagle con la correa suelta se acercó a mí, me gustaban los perros, así que sin miedo me estire y lo acaricie. Comencé a hablarle, como si de una persona se tratara, hasta que una voz claramente conocida por mí, gritaba el nombre del perro.
— ¡Bruce! —Gire mi cuerpo para poder toparme con aquella mirada de ojos azules— ¿Sam? —Se sentó a mi lado, mientras tomaba una gran bocanada de aire. Le ofrecí de mi botella de agua, mientras me quitaba los audífonos y el gustoso la acepto, dándole un gran trago. —Que sorpresa verte por aquí, no sabía que también caminabas por acá.
—La verdad es que tenía mucho sin salir a caminar, así que hoy decidí salir para despejarme un poco y termine aquí. Pare para tomar un descanso y regresar al departamento.
— ¿Y eso?
—Solo quería pensar un rato. —deje de acariciar a Bruce y me cruce de brazos.
— ¿Todo bien?
—Sí. —le sonreí, el me examino por un rato.
— ¿Qué harás hoy?
—Dormir. —reímos juntos.
—Tom me invito a desayunar, vamos. —le hice una mueca. —Anda, mueve tu trasero, muero de hambre —se puso de pie y me incito a hacer lo mismo.
—No planeas ir caminando hasta casa de Tom ¿cierto?
—Obvio no, vamos a mi casa por el auto.
— ¿Y Vanessa viene?
—No. —respondió mientras acomodaba la correa de Bruce para que la pudiera tomar bien. El llevaría a Ralphie. —Está en Bolton por unos días.
—Oh. —fue lo único que dije. Él se enderezo y deposito la correa en mis manos, con una sonrisa.



{***}


Terminando de desayunar, entre los tres recogimos la cocina y nos sentamos de nuevo alrededor de la mesa para seguir platicando, yo les platicaba de mi viaje a Barcelona y ellos de lo que habían hecho esas dos semanas. Esto era tanto como los viejos tiempos, en los que los tres simplemente nos juntábamos para platicar de cualquier cosa. Tom nos preparó un poco de chocolate caliente, así que estuvimos un largo rato ahí.

Después de unos minutos, el teléfono de Tom sonó, él se paró a responder, mientras hablaba me miraba.
—Sí, aquí esta… de acuerdo… ¿te la paso?… ah, ok… adiós. —Tom colgó y se dirigió hacia nosotros. —Era Adam, dice que te ha estado llamando toda la mañana y que no le contestas.
—Obviamente, no le contesto porque no tengo mi celular conmigo.
— ¿Lo olvidaste? Puedes llamarle de aquí si quieres.
—No lo olvide, lo deje a propósito ahí. —comencé a jugar con la taza vacía, mientras sentía la mirada de ambos chicos en mí. — ¿Qué? —pregunté después de un rato.
— ¿Está todo bien entre ustedes? —preguntaba Tom, Danny no decía nada.
—Sí, solo quería un poco de tiempo para relajarme y pensar. —le ofrecí la mejor sonrisa que tenía. No iba a hablar de mis problemas con Adam con ellos, Tom ya me había ofrecido una solución al igual que Melanie y simplemente con Danny, no podía hablar de Adam, o más bien, no quería hablar de Adam con él.




{***}



La fecha de boda de Harry y Karen estaba próxima. Así que los preparativos estaban a la orden del día. Justamente, apenas ayer, había ido a comprar mi vestido con Emma, estaba encantada con él y moría por usarlo.

Las cosas con Adam, desde nuestra pelea sobre mi viaje a Barcelona, se habían enfriado, pero desde la última pelea que habíamos tenido, por el asunto del aeropuerto, casi no nos habíamos visto, ni hablado como lo hacíamos antes, más bien todo lo que hacíamos era producto de la costumbre de hacerlo, nos estábamos alejando poco a poco y eso me ponía un tanto mal, así que había decidido que hoy debíamos vernos y hablar.

Levante la mirada de la computadora, cuando la campanita que avisaba que un cliente había llegado, comenzaba a sonar. Era Adam, Emma del otro lado de la tienda me lanzo una mirada. Me puse de pie, tome mi abrigo y mi bolso y camine hacia él, lo salude como siempre. Me despedí de Emma con la mano, mientras Adam le hacia una seña.

Caminamos juntos, pero no tomados de la mano, solo sujetaba su brazo ligeramente y el caminaba con sus manos escondidas en los bolsillos de su abrigo, aunque había una pequeña separación entre nosotros . Iríamos a comer y después hablaríamos de todo lo que quisiéramos, necesitábamos saber que estaba pasando entre nosotros.
Algo había cambiado, no se sentía la presión entre nosotros, más bien era como una especie de liberación.

Llegamos al restaurante, fuimos hacía nuestra mesa, y dejamos que todo, absolutamente todo fluyera.






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domingo, 17 de febrero de 2013

Capítulo sesenta y siete.

¡HOLA! Creo que ahora me tarde menos en actualizar, que el capítulo pasado...
En fin, ahora si me inspire escribiendo el capítulo, y siento que es el mas largo que he escrito hasta el momento.
Espero les guste tanto como a mi, y BIENVENIDAS nuevas lectoras.

Muchas gracias a todas y cada una de ustedes por seguir leyéndome  no saben lo contenta que me pone ver que aun tengo "vistas" en mis entradas. Gracias por siempre entenderme, en serio, se merecen un abrazo de oso y una galletita.

Ahora si, pararé mi parloteo y las dejaré leer el capitulo.
Espero tengan una bonita semana.

Besos.
Yanan.



Tres horas después, me encontraba caminando por el aeropuerto de Barcelona, rezando para que se me hiciera fácil encontrar un taxi disponible. Moría por ver la cara de Mel cuando me viera.
Salí del aeropuerto algo nerviosa, ya que mi español no era demasiado bueno, solo sabía palabras básicas y sentía que me arrepentiría de no haber tomado las clases de español que ofrecía mi Universidad, en California. Para mi suerte, un señor regordete de ojos azules y cabello cano se acercó a mí. Yo era un poco más alta que él así que me dio ternura.
— ¿Necesita un taxi? —preguntó.
—No hablo muy bien el español. —respondí con una sonrisa.
—No se preocupe. —respondió en inglés y con una sonrisa. Suspire aliviada.
Me ayudo con mi equipaje y caminamos hacia su taxi. Era un señor agradable. Me abrió la puerta y subí. Ya dentro del auto, busque en mi bolso una hoja donde tenía anotada la dirección de la oficina de Melanie, llegaría ahí, ya que no sabía dónde vivía. Le enseñe la hoja a Manuel –el taxista- y el con otra sonrisa me dijo que no estábamos a más de veinte minutos de la Avenida Diagonal, que es donde se encuentra el edificio en donde trabaja Melanie.
Después de unos minutos hablando, se detuvo frente a un edificio de 6 pisos. Se bajó y yo me baje después de él, me ayudo con mi equipaje y le pague. Cuando me encontré a mí misma, sola fuera de ese edificio, la emoción estaba por hacerme brincar como niña pequeña, pero me contuve.
Arregle rápidamente mi cabello, me acomode mi bolso y tome mi maleta con mi mano derecha. Abrí la puerta y camine hacia la recepcionista. Los que se encontraban en la sala de espera me miraban raro.
— ¿Si? ¿En qué te puedo ayudar? —pregunto la chica frente a mí, y no tuve idea de lo que dijo, solo había entendido el “si” y el “ayudar”. Así que le pregunte si sabía hablar inglés, a lo que ella asintió.
—Busco a Melanie, ¿Está disponible?
— ¿Quién la busca?
—Oh, no quiero que sepa que soy yo, vengo a darle una sorpresa desde Londres… ¿podrías ayudarme? —la chica me miro con cuidado, pero al final acepto. Levanto el auricular y tecleo un número, después se encontraba hablando en español, mientras lo hacía no dejaba de mirarme… no tenía idea de lo que decía. Después de unos segundos que se me hicieron eternos, colgó.
—Puedes pasar, toma el elevador y ve hacia el 2do piso, y es la cuarta puerta a la derecha.
—Muchas gracias. —dije mientras me dirigía hacia los elevadores.

En cuanto llegue al segundo piso, seguí las indicaciones que la chica de la recepción me había dado. Tope con una puerta. No sabía si tocar o simplemente entrar. Opte por la segunda opción. Al momento en el que entre sin tocar, Melanie salto molesta de su silla. Sus reacciones pasaron de molestia a sorpresa en un dos por tres.
— ¿Qué? —grito. — ¡Sam! ¿Qué haces aquí? —le dio la vuelta a su escritorio y camino hacia mí. Nos abrazamos fuertemente dando brinquitos por toda su oficina.
—Quería darte una sorpresa.
— ¿Cómo? Samantha, pudiste haberte perdido, debiste de haberme avisado.
—No, si te hubiera dicho, mi sorpresa no sería sorpresa…
—Mi mamá se pondrá tan feliz de verte. —dijo caminando hacia su escritorio. Tomo el teléfono y comenzó a hablar en español. Minutos después colgó, tomo su bolso y camino hacia mí de nuevo. —Tengo la tarde libre, así que vámonos, tenemos mucho de qué hablar.

{***}

La casa de Melanie estaba como a una hora de donde trabajaba. Era un municipio llamado Arenys de Mar. Prácticamente había elegido ese lugar por su mamá, así que la distancia al final del día no le importaba con tal de verla feliz. Durante el trayecto habíamos pasado por unas cuantas casetas de pago, las cuales iban a cuenta de la empresa en la que trabaja Mel.
Antes de llegar a su casa, hicimos una parada para comprar algunas cosas para la cena, así que en cuanto nos subimos de nuevo a la camioneta, Mel condujo directo y sin escalas a su casa.
Se detuvo frente a una casa de dos pisos. Fachada blanca, con ventanas y puertas en acabados vanguardista, tal y como era el gusto de Mel, pero aun así se podía ver por las flores, que su mamá había puesto su granito de arena en la decoración. Me baje de la camioneta realmente sorprendida. Lograba sentir la brisa del mar golpear mi rostro.
Mel abrió la puerta principal y el olor a pastel de zanahoria golpeo mi nariz. Aventó las llaves sobre un cenicero de cristal que estaba en una mesa cerca de la entrada. Me hizo una seña para que no hiciera ruido.
— ¡Mamá, ya estoy en casa! —grito mientras caminábamos por un pasillo.
—Estoy en la cocina… ¿no es muy temprano para que estés aquí?
—Tengo la tarde libre. —contesto, yo la seguía muy de cerca.
Llegamos a la cocina, la mamá de Mel nos daba la espalda, así que Mel con una sonrisa me puso detrás de ella. —Oye, ma… tengo algo muy importante que enseñarte.
— ¿Sobre qué? —pregunto mientras seguía rayando algunas zanahorias. Era extraño verla cocinar después de tanto tiempo, pero sin duda, después de lo poco que lograba ver sobre ella, seguía siendo esa señora elegante y sofisticada. El cáncer no había hecho nada en ella.
— ¿Podrías mirarme cuando te hablo? —bufó Mel, lo que me hizo casi soltar una carcajada.
— ¿Qu…—pregunto girándose— ¡Oh Dios mío! —dijo cuándo Mel se movió hacia la derecha, dejándome en descubierto.
—Sorpresa. —respondí con una sonrisa. —camine hacia ella y la abrace, ella me respondió con un abrazo más fuerte. Me recordaba tanto a mi mamá, que estuve a nada de soltarme a llorar en su hombro.
—Sam hija, ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste?
—Vine a visitarlas… llegue hoy, hace unas horas.
—Qué bonita sorpresa, justamente le he estado preguntando a Melanie que cuando te podría invitar. —puso sus manos sobre mis mejillas y beso mi frente. —Para festejar, haré yo misma de cenar… el postre ya está hecho, así que… Melanie, muéstrale la casa y su habitación, la cual no está preparada, por cierto, así que debes hacerlo también, mientras preparo la cena.
Dejamos a la mamá de Mel silbando en la cocina, y subimos al segundo piso, donde Mel me enseño la habitación de su mamá, después la suya, para por ultimo mostrarme la habitación en la que yo dormiría, que estaba justo al lado de la de Mel. Me ayudo a desempacar y después de un rato, su mamá nos llamó para cenar.
La cena fue increíble, me recordó tanto a las cenas que solíamos tener cuando éramos chicas y nuestras mamás se juntaban. Todo fue risas, confesiones, hasta que llego el postre, donde las tres nos pusimos un tanto sentimentales recordando a mis papás, después volvimos a sonreír, hasta que el reloj marco las once de la noche y la mamá de Mel se disculpó y subió a su habitación para descansar.
Nosotras nos encargamos de la limpieza, así que para cuando terminamos, Mel me invito a conocer su jardín, el cual tenía una terraza demasiado perfecta, una piscina y una hermosa vista a la playa. Mel tomo una toalla y salimos hacia la playa, caminamos en silencio por la arena y nos sentamos a ver el reflejo de la luna sobre el mar, mientras la brisa despeinaba nuestros cabellos.
—Ya veo porque no quieres regresar a Londres, esto es hermoso, Melanie.
—Lo sé, es hermoso… pero si quiero regresar a Londres, a veces… Solo que mi mamá esta tan feliz aquí que no quiero quitarle eso, además, no sé, sería difícil no despertarse con esta vista.
Estuvimos una hora más, hablando de todo y de nada, hasta que el cansancio se apodero de nosotras.
— ¿Cuánto tiempo piensas quedarte? —pregunto fuera de su habitación.
—No sé… ¿Cuánto tiempo puedo quedarme?
—El que quieras, por mí sería increíble que te quedaras aquí conmigo.
—No estaría mal, ¿sabes?
—Aunque quisieras, no podrías dejar Londres, Sam… o más bien, no podrías dejar de ver a Danny.
—Eso no es verdad.
—Sabes que si lo es. Ahora que lo recuerdo, no hemos tocado un tema que empieza con “h” y termina con “ombres”.
—Acabo de llegar, Mel, no me atormentes. Tenemos muchos días para poder tocar ese tema, solo déjame disfrutar unos días sin esa palabra, por favor. —rogué, a lo que ella rió.
—De acuerdo… descansa, Samantha. Te quiero. —me mando un beso y se encerró en su habitación, a lo que yo imite.
Después de haberme lavado la cara y cepillado los dientes y ponerme mi pijama, entre en esa cómoda cama y caí rendida en los brazos de Morfeo. Todo aquí era tan pacifico… era perfecto.

(***)
Era la mañana del jueves, el ambiente olía a hot-cakes, huevos y tocino. Me estire y camine hacia el baño para alistarme y bajar a desayunar. Me puse algo cómodo, unos shorts de mezclilla, una playera holgada que tenía un corazón rojo en el centro, y unas sandalias, deje mi cabello suelto para que se secara.
En la cocina, ya estaba Diana, la mamá de Mel, poniendo la mesa, bese su mejilla y me ofrecí a ayudarle. Minutos después bajo Melanie, con un atuendo más relajado que el que tenía ayer.
— ¡Buenos días! —dijo.
—Buenos días. —respondimos al unísono.
— ¿No iras a trabajar hoy? —pregunto Diana extrañada.
—Hable con Antonio, mi jefe —específico hacia mí, para que  yo entendiera—y le explique que había venido una amiga de visita, así que pedí unos días libres…
— ¿No te pueden correr por hacer eso? —pregunte.
—Claro que no, Antonio se volvería loco sin mí, soy como su mano derecha. —dijo dándole un sorbe a su zumo de naranja. —Prácticamente puedo hacer lo que quiera y no me pasa nada.
Mi celular vibro en mi bolsillo trasero, así que lo saque y vi que me había llegado un mensaje de Karen que decía que la boda se había adelantado a Marzo, ya que había habido una confusión de fechas y ya no podría ser en Mayo como lo habían planeado desde un principio, así que me pidió que le avisara a Mel y su mamá.
— ¿Quién es? —pregunto Mel, quien ponía en la mesa un plato lleno de hot-cakes, que le hacían compañía a otro que estaba lleno de huevos y tocino.
—Es Karen, dice que la boda se cambia para el 17 de Marzo…
— ¿Qué no era en mayo?
—Sí, pero la cambian por un problema que hubo en las fechas… dicen que esperan que ustedes si puedan ir.
—Yo no creo poder ir, Sam. —dijo Diana. —Ya tenía un viaje con unas amigas planeadas para esas fechas… pero estoy segura que Melanie si ira, ¿verdad?
—Claro que si… además de que ya me hace falta ir y ver como esta todo por allá.
—Mel, ¿estás de acuerdo que la boda es en casi 1 mes, cierto? —asintió, mientras pinchaba su tenedor en un pedazo de tocino. —Me preocupa tu trabajo…
—No debería… no me he tomado vacaciones desde que llegue, además de que como te dije, Antonio no tendrá problema alguno, además de que tengo una asistente muy eficiente.
—Una razón más a la lista de “ahora entiendo porque Melanie no regresa a Londres.” —dije lo que provoco risas en Mel y Diana.

{***}

Ya tenía casi dos semanas en Barcelona y mañana por fin, regresaría a Londres. No había hablado con nadie, salvo con Tom y las chicas, y de vez en cuando con Adam, pero solo en mensajes, fuera de eso, nunca nos llamamos.
Me encontraba tendida sobre una toalla a la orilla del mar, cuando una sombra se puso sobre mí, impidiendo el paso del sol. Abrí los ojos y vi a Melanie mirándome fijamente.
— ¿Qué?
—Ya mañana te vas. —dijo poniendo una toalla a mi lado. —No quiero que te vayas.
—Pero nos veremos de nuevo en unas semanas.
—No será lo mismo, Sam.
—Lo sé. —respondí mientras me sentaba. —Pero prometo venir a visitarte más seguido de lo que te puedas imaginar. Además, tú también puedes ir a visitarnos, así todos estaremos felices, ¿qué dices?
—No suena mal… tal vez si vaya algunas veces al año.
Nos quedamos en silencio, solo mirando hacia el horizonte y dejando que el romper de las olas inundara nuestros oídos.
—Oye, Sam… creo que es hora de que hablemos de la palabra que empieza con “h”…
—Lo sé.
—Bien, empieza tú… yo no tengo nada que hablar, ya sabes todo lo que ha pasado entre Dougie y yo últimamente.
—De acuerdo… No sé qué hacer, no me siento completamente feliz con Adam… no lo amo, Mel, y el a mí sí, pero yo no, y no puedo seguir haciendo que pierda su tiempo conmigo, es un buen chico, merece a alguien que en verdad lo ame, no nada más que lo quiera mucho…
— ¿Por qué no terminas con él?
—No quiero lastimarlo.
—Lo entenderá, Sam. Lo lastimaras más si le mientes sobre tus sentimientos, incluso tú también saldrás lastimada.
— ¿Ese es tu consejo? —Asintió
—Sí. Ahora solo tú debes tomar la última palabra. —suspire fuertemente. — ¿y Danny? ¿Sigue con Vanessa?
—Si… pero no lo entiendo, me sigue mandando señales confusas.
— ¿Tus sentimientos siguen exactamente igual hacia él?
—Más fuertes, creo yo.
—Me caen mal, ni tu ni el hacen algo al respecto.
—No es tan fácil.
—Claro que lo es, solo que ustedes lo hacen más difícil de lo que es, deberían abrir los ojos y darse cuenta de que son el uno para el otro. Él te complementa y tú lo complementas, no entiendo como no se dan cuenta de eso, todos lo sabemos menos ustedes, por dios, si pudiera y tuviera la manera de hacerlo, ya los hubiera unido de alguna u otra manera.
— ¿En serio crees eso?
—Demonios, sí. Y no soy la única, como te digo, todos saben que lo son, Sam… pero no podemos hacer nada, solo ustedes pueden.
—No creo que Danny deje a Vanessa… en Nueva York, cuando salíamos a caminar, ellos se quedaban atrás y se detenían afuera de tiendas de vestidos de novia. —suspire tristemente al recordar esas partes del viaje.
— ¿En serio? —pregunto asombrada.
—Sí.
—Oh… bueno…
— ¿Ahora entiendes que no es tan fácil?
—Ok, no es fácil… pero no es imposible. Y es lo último que diré sobre ese tema. —se puso de pie antes de que pudiera hablar al respecto. —Vamos a refrescarnos al mar.
Bufé molesta, pero al final la acompañe. En parte, Melanie tenía razón.


(…)


Era mi última noche aquí, así que las tres habíamos decidido que esto ameritaba una cena en algún restaurante de aquí.
Cuando terminamos el postre, de mi bolsa saque una cajita y un paquete, la cajita era para Mel, así que se lo acerque, y el paquete se lo di a Diana.
—Estos son mis regalos que les compre para Navidad, lo sé, algo tarde, pero no quería que no tuvieran algo de mi aquí. Así que espero les guste.
Ambas abrieron sus respectivos regalos. A Mel le había regalado un brazalete donde estaban grabadas nuestras iniciales y a Diana le regale una caja de chocolates de sus favoritos y un libro de un autor que le encantaba. Ambas me abrazaron y agradecieron el regalo. A Mel le mostré mi muñeca, ya que yo también tenía un brazalete exactamente igual, como señal de nuestra amistad.
Después de caminar un rato por la playa, decidimos que era hora de regresar a la casa.

Mel y yo decidimos pasar la noche juntas, como cuando éramos pequeñas. Nos acostamos en su cama y nos quedamos mirando el techo mientras recordábamos nuestra niñez… El reloj marcaba las 7am cuando por fin nos quedamos dormidas.


(…)


A causa de nuestra larga noche, nos despertamos a las tres de la tarde, así que con prisas, ya que debía estar en el aeropuerto a las cinco, ya que mi vuelo salía a las seis de la tarde, Mel me ayudo a empacar todo mi equipaje.
Eran las 4pm. Me despedí de la mamá de Melanie e intente no llorar de nuevo. Salimos hacia la camioneta de Melanie, subimos mi equipaje y mientras íbamos en el auto, íbamos comiendo unos sándwiches que su mamá nos había preparado.
Faltaban 10 minutos para las 5pm, así que Melanie casi corriendo detrás de mí, me acompaño a documentar mi equipaje, para cuando lo hice, ya pude relajarme. Nos sentamos en la sala de espera y seguimos hablando hasta que anunciaron mi vuelo.
— ¿Cuándo iras a Londres?
—Tratare de estar allá un día antes de la boda y si no, nos veremos el mismo día, pero nos veremos, eso es lo importante.
—Más te vale ir, no puedes no ir.
—Estaré ahí, lo prometo. ¿Quién te recogerá en el aeropuerto?
—Hable con Adam, así que él lo hará.
—Bien… entonces, ¿ya tomaste una decisión? —yo asentí. —Perfecto, me cuentas que paso.
Ahora sí, nos despedimos con un abrazo y yo camine hacia la señorita que sellaba los boletos, diciéndole adiós con la mano.



{***}


Eran las 9 de la noche cuando aterrizamos en Londres. Salí del aeropuerto con mis maletas, esperando ver a Adam por ahí, pero al no hacerlo, me senté en una de las banquitas que se encontraban afuera. Saque mi celular y me puse a hacer nada con él.
—Hola…—susurraron en mi oído, haciendo que brincara en mí asiento, asustada, girándome para ver la cara de Danny a tan solo unos centímetros de la mía.
— ¡Danny! ¿Qué haces aquí? ¡Me asustaste! —Dije poniéndome de pie, con el pulso al 100%
—La última vez me dijiste que solo dijera “hola.”
—Si mal no recuerdo, dije que me saludaras como la gente normal, no que casi me mataras… —exhale el aire que no me había dado cuenta que estaba conteniendo. — Y ¿Qué haces aquí?
—Vine por ti.
— ¿Por mí? —Pregunte confundida — ¿Y Adam? —el solo se encogió de hombros apenado.
— ¿Tienes hambre? —pregunto mientras tomaba mi equipaje y me incitaba a comenzar a caminar.

No entendía nada, parecía que el mundo estaba contra mí, tratando de mantenerme confundida en una daily basis.







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miércoles, 6 de febrero de 2013

Capítulo sesenta y seis.

Perdonen la tardanza, aquí les dejo el nuevo capitulo.
Espero les guste y no se les olvide dejarme sus comentarios
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Gracias por la espera.

Yanan.





— Iré a verificar su vuelo, permítame un segundo. —dijo la señora detrás de su escritorio, haciendo que mi mente dejara de divagar.
Yo asentí y me cruce de brazos mientras esperaba que regresara. Sentía la mirada de mi acompañante taladrando mi cabeza. Por primera vez me arrepentía de haberle pedido que me acompañara. Tom no dejaba de hacer preguntas y me sentía mareada.
— ¿Cuándo pretendes volver, Sam?
Suspire.
—Tranquilo. —me gire y lo encare. — Me haces sentir como un criminal en un interrogatorio. —el sonrió—Volveré en dos semanas, no sé la fecha exacta, si quieres que sea sincera.
—Pero si regresaras, ¿cierto?
— ¿Por qué no lo haría? —él se encogió de hombros. La señora regreso antes de que siguiéramos hablando, yo lo mire haciéndole saber que necesitaba explicarme por qué había dicho eso.
La señora coloco frente a mí, el boleto de avión y prosiguió a explicarme mi itinerario señalando con la punta de un bolígrafo cada paso.
Saldría el miércoles 9 de Enero, eso quería decir que me iría en algo así como dos días y el boleto de regreso lo compraría en Barcelona, ya que aún no me decidía cuando regresar.

Después de pagar, nos dirigimos hacia el auto de Tom y salimos hacia su casa. Íbamos en silencio, pero Tom me miraba de vez en cuando, y yo no sabía el porqué, puesto que ya había respondido todo lo que me había preguntado en la agencia de viajes.

Aparco su auto, pero no quito los seguros. Lo mire y me seguía mirando fijamente.
— ¿Qué? —pregunte.
— ¿Por qué no le dijiste a Adam que te acompañara a comprar el boleto? No es que me moleste acompañarte, lo sabes, solo se me hace un poco extraño que el siendo tu novio no haya ido, eso es todo.
—Ni siquiera le he dicho que me iré. —mordí mi labio avergonzada mientras él me miraba sorprendido. —Eres el único que sabe… de hecho. Le diré hoy en la noche. No hemos hablado desde ayer que me dejo el taxi en mi casa.
— ¿Segura que regresaras y no te quedaras en Barcelona con Mel y su mamá? No estas huyendo, ¿cierto?
— ¿Por qué huiría? —él se encogió de hombros— solo iré a visitar a mi mejor amiga y a su mamá, además de que necesito un tiempo a solas para pensar muchas cosas.
—Así que supongo el quedarte a solas con Adam no ayudo mucho. —negué con un movimiento de cabeza.
—No, en lo absoluto… Siento que Adam va muy rápido, Tom, el en serio me ama… aun no acepto el traslado a Italia que le hicieron porque dijo que lo debía pensar, no lo acepto porque está conmigo. Quiero irme y tomar una decisión que nos sirva a todos, tampoco quiero que renuncie a uno de sus sueños por estar conmigo, ¿me explico?
—Entonces te apoyo en eso de irte de improvisto a Barcelona. Me imagino que Mel está muy feliz de que vayas.
—De hecho, Mel no sabe que iré.
— ¿Qué? —me miro con una ligera sonrisa —En serio que a ti te falta un tornillo, ¿Qué si no está Mel esos días?
—Me iré a un hotel o algo… Le avisare una noche antes. —Tom rio mientras negaba con la cabeza.
Hoy era el día en que todos nos reuníamos en casa de Tom para platicar y cenar, así que mientras los demás llegaban, nos pusimos a preparar algunas botanas, además de que me enseño a hacer el cheescake de Nutella. En cuanto cerré la puerta del refrigerador, todos comenzaron a llegar.
La mesa central de la sala estaba llena de platos con las botanas que habíamos preparado horas antes y botellas de cerveza y latas de refresco. Todos estábamos pasando un buen rato, hablando de todo y nada.

Mientras los demás seguían hablando, gire ligeramente mi cuerpo hacia Adam, quien estaba tomando mi mano y le sonreí.
— ¿Qué crees? —hable. Él puso toda su atención en mí, ignorando la plática que tenían los demás. Se encogió de hombros. —Hoy le pedí a Tom que me llevara a una agencia de viajes y compre un boleto para Barcelona, iré a visitar a Mel y a su mama. Me iré el miércoles. —termine con una gran sonrisa.
— ¿Qué? ¿Te vas a Barcelona y ni siquiera me preguntas o dices algo? —dijo en un tono demasiado elevado, provocando que toda la habitación guardara silencio y pusiera sus miradas en nosotros. Yo sentí que mis mejillas se comenzaban a poner rojas, por la vergüenza y el coraje. No sabía que Adam reaccionaria así. —Sam, soy tu jodido novio, ¿porque no me habías dicho? —siguió con el mismo tono de voz. Todos seguían observándonos, yo no quería mirar.
—Este…
—No Samantha, en una relación todo se consulta antes, joder. —concluyo la frase, poniéndose dramáticamente de pie del sofá y caminando hacia el jardín trasero de Tom, dejándome sola en la habitación.
Quería llorar.
Tome aire y me gire lentamente, dándoles la cara a todos mis amigos, quienes me miraban preocupados.
Aclare mi garganta y sacudí una inexistente pelusa de mi pantalón. Mis ojos picaban.
—Iré… iré… saldré a ver como esta Adam. —dije poniéndome de pie rápidamente. Camine hacia el jardín, el silencio y las miradas me siguieron. Antes de abrir la puerta para salir. Me sujete de la pared y tome una bocanada de aire, para así evitar que las lágrimas salieran. ¿Qué había sido eso?

Después de unos segundos tratando de tranquilizar mis nervios abrí la puerta y camine hacia donde estaba Adam. Él se percató de mi presencia pero no dijo, ni hizo nada.
— ¿Es en serio, Adam? —hable yo, ya que el al parecer no diría nada. —Me acabas de dejar en vergüenza frente a mis amigos, por una estupidez. ¿Por qué hiciste esto? No es un pecado, ¿Dónde dice que te tengo que pedir permiso para poder ir a visitar a mi mejor amiga? —ok, estaba molesta y sentía que estaba siendo un poco… bueno, algo dura con él. —No puedes solo gritarme así y dejarme sola en una habitación llena de gente, simplemente no es correcto.
—Lo siento, ¿sí? Me deje llevar. ¿Por qué no me dijiste a mí antes? Podríamos haber ido juntos a comprar unos boletos y…
—No, Adam… es un viaje que necesito hacer sola, solo fui a comprar un boleto con mi amigo. No te avise, porque fue algo que se me ocurrió ayer en la noche y en cuanto desperté le llame a Tom, ya que no quería molestarte, porque estabas enfermo la noche anterior y quería dejarte descansar, por Dios.
—De acuerdo, pero pudiste haberme enviado un mensaje, o algo por el estilo Sam.
—No te iba a pedir permiso. —él se quedó en silencio unos segundos.
—Siento que soy el último en enterarse de todo lo que haces, pero que no sea Danny porque a él hasta lo que no haces en el día.
— ¿Qué? ¿Por qué metes a Danny en esto?...
—Porque siempre es Danny, todo es Danny…
—Adam, desde un principio tu sabias todo, y aun así decidiste intentar…
— ¡Ah, lo sé! —Se llevó  ambas manos a la cara —siento que estoy constantemente compitiendo contra él, aunque no quieras aceptarlo, tú sigues teniendo sentimientos hacia él. —su tono de voz no bajaba, nunca lo había visto así y trataba de hacerme a la idea de que era culpa de los medicamentos que estaba tomando y de las cervezas que se había bebido minutos antes.
—No voy a permitir que me sigas hablando en ese tono, Adam… así que, te pido por favor, que vayas a tu casa, te relajes y después me llames.
—Sam, yo no quería…—bajo su voz e intento acercarse a mí, pero yo di un paso atrás.
—Por favor, Adam, ve a casa y cuando te sientas mejor, me llamas y hablamos.
Dejo escapar un suspiro y asintió. Se quiso acercar a mí para darme un beso en los labios, pero gire mi cara haciendo que me lo diera en la mejilla.
Me quede de pie en el jardín, viendo como un Adam arrepentido salía hacia el estacionamiento, por la puerta de servicio.
Me sentía pésimo, y no culpaba a Adam, me sentía mal porque él se sentía de esa manera, no era justo para ninguno. Y nuestra primera pelea era esta, había empezado por algo a lo que yo veía como una estupidez, pero el simplemente exploto, convirtiendo todo esto en torno a Danny, él y yo. Me urgía irme, aunque mi felicidad por irme a Barcelona se había visto ensombrecida. Me urgía estar sola y pensar. Me urgían los consejos de Melanie. Me lleve mi mano a la boca y mordí la palma de mi mano, mientras gritaba, para que nadie me escuchara.

Ya que me sentí mejor, entre a la casa y me dirigí a la habitación. Como lo supuse, al momento de poner un pie en la sala, todos  guardaron silencio y sus miradas, en especial la de Danny, estaban puestas en mí, intente ignorarlas, así que solo me senté en el sillón y espere a que siguieran con su plática.
— ¿Todo está bien, Sam? —pregunto Emma, quien estaba a mi lado.
—Adam pidió que lo disculparan, tuvo que irse. —dije. Todos me miraron con más insistencia, sentía la confusión en sus miradas. Me ponían nerviosa e incómoda, así que no dejaba de jugar con el vaso que tenía en mis manos.
—Así que Barcelona, ¿eh? —dijo Danny después de unos segundos de silencio, atrayendo mi atención, eleve mi cabeza, mientras una sonrisa aparecía en mis labios.
Danny siempre sabía que decir y hacer en los momentos más oportunos.
{***}

Ya eran las once de la noche del martes. Mañana me iba a Barcelona y Adam no me había llamado en todo el día. Me deje caer en el piso, junto con mis maletas mientras soltaba un largo suspiro. Sentía que había jodido todo y que ahora Adam me odiaría o algo por el estilo.

Me puse de pie a regañadientes y termine de arreglar todo, le iba a llamar a Melanie para decirle que mañana estaría allá, pero se me había ocurrido que sería mejor hacerle una sorpresa a ella y a su mamá.
Me metí en la cama, y estire mi brazo para apagar la luz de mi mesa de noche. Tome mi celular y me acurruque con él. Tenía un mensaje de Danny deseándome un buen viaje. Sonreí al leerlo. Pero después el recuerdo de Adam me borro la sonrisa. No quería que esto terminara así, no de esta manera… además, ni siquiera sabía si quería que terminara.
(…)
Apague el despertador y con una energía, extraña para mí a esas horas de la mañana, me puse de pie. Camine al baño, para ducharme y arreglarme. Me puse algo cómodo para el viaje, unos jeans, una playera básica cuello V, unos vans con cordones, dejando una sudadera cerca de mi bolso, por si en el vuelo me daba algo de frio. Me prepare de desayunar algo ligero, frutas con yogurt natural y un vaso con zumo de naranja. Estaba emocionada.
Eran las 9 de la mañana y debía estar en el aeropuerto en media hora. Saque mi cepillo de dientes de mi maleta de mano y me los lave rápidamente. Cuando estaba guardando los últimos detalles en mis maletas, alguien toco la puerta. No esperaba a nadie, así que camine hacia ella y me asome por la mirilla. Era Adam. Con un ramo de rosas rojas. Suspire y abrí la puerta.
—Adam.
—Sam…—estiro su mano y me entrego las flores.
—Gracias. ¿Qué haces aquí?
—Pensé que podíamos hablar antes de que te fueras.
—Debo estar en diez minutos en el aeropuerto, Adam. Pensé que me llamarías ayer.
—Sí, pero no pude, no sabía que debía decirte.
—Llévame al aeropuerto, podemos hablar en el trayecto. —una sonrisa apareció en sus labios.

Llegamos al aeropuerto. En su auto, Adam me había pedido perdón por la escena que había hecho el otro día en casa de Tom. Yo también le había pedido perdón por haberle dicho todo lo que le dije, aunque no lo sintiera del todo, solo había sido dura al hablarlo.
Bajo mis maletas y me acompaño hacia la sala de abordar, esperando a que anunciaran mi vuelo. Cuando lo hicieron, nos pusimos de pie al mismo tiempo y caminamos hacia la señorita que revisaba los boletos.
—Creo que esta pequeña separación nos hará reflexionar las cosas, Adam. Siento que debemos pensar bien todo.
—Sí… cualquier cosa, llámame, Sam.
—Lo haré. Cuídate por favor.
—Lo mismo te digo a ti.
—Creo que es momento de que me vaya.
—Te quiero. —se acercó y beso mis labios. No me separe, pero tampoco me quede mucho tiempo haciéndolo. Él se sorprendió, pero entendió mi mensaje.
—Yo también. —le dije, mientras que con mi pulgar, limpiaba el brillo que mis labios habían dejado en los suyos.

Le di la espalada y camine hacia la señorita que estaba frente a mí. Ella tomo mi boleto y me deseo un buen viaje. La emoción volvía a mi ser, sentía miles de cosas en la panza.

Barcelona, allá voy. Pensé mientras una gran sonrisa se pintaba en mis labios. Todo volvía a su curso.






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