miércoles, 24 de abril de 2013

Capítulo setenta y dos.









 

Un mes después de la boda, Melanie regreso a pasar un fin de semana conmigo, el cual se convirtió en  unas semanas más. Ella y Dougie pasaban mucho tiempo juntos y todos pensábamos que no tardaban en regresar. Pero siempre, al regresar a la casa después de hubieran estado todo el día juntos, Melanie me decía que entre ella y Dougie ya no iba a poder haber nada más que una linda amistad y un buen recuerdo de sus meses de novios que tuvieron antes. Me ponía triste verlos, ya que se veía que se querían demasiado, pero al parecer ellos estaban bien con la decisión que habían tomado. Ninguno se sentía preparado para un relación formal, además de que Melanie no confiaba mucho en las relaciones a distancia, ya que aún no sabía si regresaría o no a Londres.
Karen y Harry seguían en su viaje de Luna de miel, de repente nos mandaban fotos para presumirnos en que parte del mundo se encontraban. En estos momentos estaban en unas playas en el Caribe.
De Adam no sabía nada, salvo que estaba en Italia. Nada más.

Danny y Vanessa seguían juntos. Aun no había tenido tiempo de hablar con él, o más bien, no ha habido la oportunidad de que nos veamos a solas. Esperaba poder hacerlo pronto.






Tom nos había invitado a cenar, así que Melanie y yo íbamos en camino. Se estaba quedando conmigo, así que por el momento hacíamos todo juntas.
Llegamos a casa de Tom y él nos recibió con un abrazo, tomando el pastel que Mel tenía en sus manos.

Ya todos estaban ahí. Pasamos y saludamos y así comenzó la velada. Para cuando terminamos de cenar, pasamos a la sala y comenzamos a beber vino y a seguir platicando. De repente, Tom se puso de pie, para después inclinarse y poner una rodilla en el piso. Todos lo mirábamos con los ojos bien abiertos y sin poder creer lo que estaba por suceder. Emma parecía que iba a soltarse a llorar en cualquier momento.
—Em… —comenzó a hablar mientras se despeinaba un poco el cabello buscando las palabras para continuar. —Emma, hubiera deseado que esto fuera más diferente, pero sabría que te habría encantado que todos nuestros amigos estuvieras presentes… así que no se me ocurrió otra cosa que hacer una cena e invitarlos a todo. —Emma se acomodó en su asiento. Tom tomo su mano y la acaricio levemente para después besarla. —Sabes que eres de lo más importante que me ha pasado en mi vida y que te amo… y la verdad es que me gustaría pasar el resto de mis días contigo, viendo a nuestros hijos correr detrás de mis gatos mientras nosotros comemos helado debajo de una sombrilla en el jardín. —todos sonreímos— Quieres… ¿qui-quieres casarte conmigo? —soltó. En la sala se formó un silencio expectante, mientras Tom y Emma se miraban directamente a los ojos. Ella salto a sus brazos y beso sus labios repetidamente mientras entre besos le decía que sí. Las lágrimas caían por sus mejillas, pero la sonrisa nadie se la quitaba. La sala exploto en aplausos y chiflidos. Tom saco una cajita color aqua del bolsillo de su pantalón y al abrirla dejo ver un anillo con un diamante al centro, lo saco y lo coloco sobre el dedo anular de Emma, para después darse otro abrazo y un beso más. 

Después de haberlos felicitado, me senté y me puse a mirar alrededor, Dougie y Melanie estaban sentados tomados de la mano, lo miraba fijamente tratando de comprender como sus mentes trabajan. Ninguno de los dos tenia ataduras para estar juntos, solo necesitaban confianza para poder sacar adelante esa relación.


 

Al término de la noche, Melanie y yo regresamos a mi departamento. Demasiado cansadas como para hablar. 

El día siguiente no hicimos nada, Mel se la paso viendo la televisión y mandándole mensajes de texto a Dougie, mientras que yo me dedique a dibujar y a pintar un poco, ya que tenía mucho tiempo sin hacerlo y realmente lo extrañaba. Cuando lo hacía, las horas pasaban tan rápido, me perdía totalmente en el movimiento del pincel sobre el lienzo o el lápiz sobre la hoja. Era tan relajante y me ayudaba a aclarar mis pensamientos, o en su caso, olvidarme un poco de ellos.
—Oye, Sam… —hablo Melanie desde el pasillo, quien iba saliendo de mi habitación. — ¿Ahora que cierren la tienda de antigüedades, que harás? —limpie un pincel y me gire ligeramente para observarla.
—Supongo que buscar otro trabajo. —me encogí de hombros.
— ¿No te gustaría irte conmigo a Barcelona? Allá podrías encontrar un trabajo y estaríamos juntas, o incluso podría hacer que te contrataran en donde yo trabajo.
—No sé…
—Piénsalo. Además, no ha habido ninguna novedad con Danny, no puedes quedarte esperándolo toda la vida, debes continuar con tu vida.
—Eso es lo que estoy haciendo, continuar…
— ¿Estas segura? Porque podrías continuar tu vida allá en Barcelona conmigo y con mamá, igual podrías viajar y venir a visitar a los demás. Ambas podríamos y sería divertido, e igualmente, ellos podrían ir a visitarnos…
—No es tan fácil decir “me iré a Barcelona”, Melanie.
—Lo sé, por eso te digo que lo pienses. Me voy en unos días. —concluyo dejándome de nuevo sola con mis pinturas. 

Seguí pintando por un rato, hasta que Danny logro colarse en mis pensamientos. Suspire. Limpie mis manos y tome mi celular pensando en enviarle un mensaje, pero al hacerlo y me di cuenta que tenía un mensaje nuevo y, daba la casualidad que era de él.

“¡Hey! ¿Qué tal todo?”
“Hola, todo bien… ¿tú?”
“Igual… ¿Qué haces?”
“Estaba pintando… ¿sabes? Estaba por enviarte un mensaje, pero tú me ganaste.”
“Algún día debes enseñarme tus pinturas… ¿en serio? Entonces te gane :-P”
“Oye, ¿crees que algún día podremos salir y hablar… de todo…?
“Sí… de hecho por eso te escribía… ¿quieres que nos veamos ahora?”
vi el reloj y me di cuenta que eran casi las 8p.m.
“Por mí no hay problema… ¿tu?”
“Por mí tampoco.”
“¿Nos vemos en tu casa?” comencé a morderme las uñas por los nervios.
“No… no estoy en mi casa, tuve una fuga de agua y no puedo ir allá hasta mañana. Me estoy quedando en un hotel cerca, ¿nos vemos aquí? O si quieres, voy yo a tu casa.”
“Yo voy al hotel, Melanie está aquí y no creo que se quiera ir para dejarnos hablar…”
“Ok, entonces te espero aquí. Estoy en la habitación 287.”

Me puse de pie y camine a mi habitación, tome ropa y entre rápidamente a la ducha. Melanie me veía desde la cama algo extrañada. Para cuando salí del baño, ya llevaba unos jeans, y una blusa que tenía un atrapa sueños estampado. Me senté en el piso y me puse mis vans blancos. Melanie seguía mirándome. Me cepille el cabello, me puse un poco de perfume y tome una chaqueta.
— ¿A dónde vas? —pregunto después de un rato.
—Iré a hablar con Danny. —la mire, ella se mostraba sorprendida. Tome el celular y lo metí en mi bolsillo trasero del pantalón. —No sé cuánto me tome esto, así que no me esperes despierta. —
— ¡Mucha suerte! —grito antes de que cerrara la puerta.

Camine al hotel, no estaba tan lejos y el aire ayudaría a que mi cabello se secara. Para cuando llegue, camine directamente a los elevadores sin necesidad de llegar a la recepción y preguntar por Danny. Sentía que el corazón estaba en mi  garganta y que podría morir atragantada.

Cuando me vi afuera de su habitación, tome una gran bocanada de aire. Y seque mis manos en mi pantalón, las cuales extrañamente sentía que se estaban derritiendo. Le di varios golpecitos a la puerta, antes de que aquel conocido rostro me abriera con una sonrisa en su boca. ¿Por qué era tan malditamente perfecto?
—Pensé que no vendrías. —dijo haciéndome pasar.
Me encontraba de pie en medio de la habitación. Danny estaba a unos pasos de mí. Nadie decía nada.
—No tendría porque no venir. Es algo que es importante para mí. —me gire y lo encare. El me dedico otra sonrisa. Si fuera más débil de lo que ya era, y no tuviera voluntad propia, en esos mismos instantes me hubiera aventado en sus brazos y lo habría besado.





Danny estaba sentado en el sofá frente a mí. Solo nos mirábamos. Yo jugaba con un vaso que minutos antes él me había entregado. Tenía la garganta seca.
— ¿Y bien? —rompió el silencio.
—Danny… tú sabes lo que siento por ti, ¿cierto? ¿Si estas consiente de lo mucho que significas para mí? De cómo desde el primer día que te vi, algo en mi hizo clic y desde entonces, no puedo dejar de pensar en ti, en esto que siento… y tú solo me lo haces más difícil. Haces que sea difícil para mí pasar un día sin pensar en ti, en lo mucho que me gustas, en lo mucho que me enoja no poder estar contigo porque tu estas con Vanessa, cosa que no entiendo, si te soy sincera. No entiendo porque estas con ella, y después me mandas señales confusas que hacen que yo sienta que tú quieres estar conmigo y simplemente… —comencé a hablar, las palabras fluían y ni siquiera me daba tiempo de pensarlas. Danny ya se había puesto de pie y se había sentado sobre la mesa que separaba ambos sofás, estando prácticamente a unos centímetros de mí. —Es que… yo… yo estoy enamorada de ti y tú ni siquiera te das cuenta… —me silencio colocando su índice sobre mis labios, logrando así, que lo mirara directamente a los ojos. Mi pulso seguía elevándose. Lentamente, separo su dedo de sobre mi boca, colocando delicadamente su mano en mi cuello.
—Tú también significas muchísimo para mí, Sam. Desde que chocaste conmigo…
—Tú chocaste conmigo. —corregí. El negó divertido y siguió hablando.
—Me di cuenta de lo mucho que me gustabas cuando nos dejaron encerrados en el armario y tuvimos que compartir varias horas sin pelear… —Danny se iba acercando poco a poco a mí. —Son tantos momentos que podría nombrar, en cada uno hiciste que mi amor por ti siguiera creciendo… —ya estaba a unos milímetros separado de mis labios. Sus ojos fijos en los míos. No podía más. En serio necesitaba besarlo. Sentía que en cualquier momento todo esto desaparecería y me levantaría en mi cama, despertando de un sueño como tantas veces lo había hecho. No deje que siguiera hablando. Uní mis labios con los suyos, tomándolo ligeramente por sorpresa, pero al final, logro sobreponerse y comenzó a besarme también.

Sus manos viajaba por mi cuello y cabello, mientras las mías hacían lo mismo con el suyo. Todo era rápido y ligeramente salvaje. Danny me tomo en brazos, levantándome del sofá y recargándome sobre la pared. Mis piernas estaban alrededor de su cintura. Sus labios iban de mis labios, a mi cuello, pasando por mis orejas, mi clavícula y regresando de nuevo a mi boca.

Me volvió a tomar, sin dejar de besarnos y comenzó a caminar. No sabía a dónde íbamos, no me importaba nada. Me sentía plena en esos momentos.
Con cuidado y delicadeza me puso de pie. Estábamos frente a la cama. Dejo de besarme y me miró fijamente. Mis piernas tocaban el colchón. Esperaba una respuesta de mi parte, no quería seguir con esto si yo no estaba de acuerdo. Miles de cosas pasaron por mi mente. Yo solo quería estar con él. Me acerque un poco más y lo bese.

Danny me levanto, poniéndome con cuidado sobre la cama. Comenzó quitando con delicadeza mi blusa. Después yo le ayude a quitarse la suya. Entre risas y besos quedamos en ropa interior. Nos comenzamos a besar de nuevo, como si la vida se nos fuera en ello, Danny comenzó a quitarme el brassiere, dejándome desnuda de la parte superior. Se separó un poco de mis labios y me observo con una sincera sonrisa en sus labios. Sentí un ligero rubor cubrir mis mejillas. El lo noto y las acaricio, para después besarlas.
—Eres hermosa, Sam. —susurro en mi oído, para después seguir besándome.
No sé cómo, ni cuando terminamos ambos desnudos. Danny estaba sobre de mí. Estaba listo, podía sentirlo. Nos quedamos mirándonos fijamente por unos segundos.
—Danny… Yo… yo nunca he estado antes con alguien de esta manera. —confesé.
—Lo sé. —beso la punta de mi nariz. — ¿Estás segura de esto? —pregunto tratando de que yo pensara bien las cosas y no hiciera algo de lo que me fuera a arrepentir después. —Porque si no, no importa… yo puedo esperarte el tiempo que…
—Sí. —lo corté. Claro que estaba segura, era el hombre que quería, y estaba totalmente consiente de lo que estaba haciendo.

Danny acerco su rostro de nuevo al mío, y comenzó a besarme lentamente. Ya no eran los besos salvajes que habíamos intercambiado minutos antes. Estos eran dulces, delicados y sobre todo llenos de amor.

Me estaba entregando a Danny. Me sentía totalmente feliz, realizada y sobre todo completa.
Éramos solo él y yo. Yo y él. Pero en este momento, solo éramos una misma persona.
—Te quiero, Sam. —susurro en mi oído.






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Espero les haya gustado. Gracias por seguir leyendo el fic.
Ya estamos en los últimos capítulos.
Saluditos.

Yanan.

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jueves, 11 de abril de 2013

Capítulo setenta y uno.

Perdón por haberme ausentado por casi 3 semanas,
pero entre que fueron las vacaciones de Semana Santa y Pascua, no tuve tiempo, ni inspiración para abrir el archivo de Word, pero bueno, acá por fin les traje el capitulo. 

Muchas gracias por sus comentarios en el capitulo anterior, en serio lo aprecio mucho.

Espero les guste este y gracias por leer.
Saludos.

Yanan.



Sentía la mirada confundida de Danny detrás de mí, no le di importancia y lo ignore totalmente.

Esto no estaba bien. No podía ser así.

Prácticamente iba corriendo detrás de Adam, se movía muy rápido y la gente se interponía entre nosotros. Gritaba su nombre, pero no me escucha o tal vez me estaba ignorando. Temía caer por culpa de los tacones tan altos que llevaba, pero en parte no me importaba, necesitaba detenerlo y explicarle las cosas, no podía dejar que se fuera así.
— ¡Adam, por favor detente, permíteme explicarte! — en ese momento, frente al valet-parking, se giró y lo mire. Sus ojos estaban rojos y cristalinos, como si estuviera a punto de llorar, llevaba la corbata en su mano, su camisa y saco estaban abiertos. Mi corazón se apachurro y dolió por ver el estado en el que se encontraba. Adam no me hablaba. Tomó un gran respiro y se acercó a mí, mirándome directamente a los ojos. Estaba destrozado y todo era mi culpa. Sus ojos me mostraban tristeza, decepción, enojo, pero sobre todo cariño y mucho amor. Trague saliva, tratando de deshacer el nudo que tenía en mi garganta. Tomó mi rostro entre sus manos y yo puse mis manos sobre las suyas. Suspiro pesadamente. Una lágrima se asomaba en sus ojos color avellana. Esos ojos que siempre tenían ese brillo infantil, divertido y feliz, estaban apagados.
—Yo… yo lo sabía, y luché, te juro que luché, Sam. Pero siempre supe que al final iba a perder, no fui yo, ni tu… siempre fue, es y será Danny. —Lagrimas comenzaban a amontonarse en mis ojos, los cuales ya ardían. —Te amo, Sam…— las lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas, justo como lo hacían las de Adam— pero yo no soy él… nunca me querrás como a él, tus ojos nunca se iluminaran de la manera en la que lo hacen cuando lo ves, tus labios nunca sonreirán conmigo, de la manera en la que sonríen cuando él está cerca… —comencé a negar con la cabeza mientras mi maquillaje se arruinaba. Adam seguía con sus manos en mi rostro y yo no quería soltarlo. —Yo sé que me quieres, Sam, lo siento en mi corazón, por eso mismo y porque yo te quiero, es mejor que ya dejemos esto aquí, ambos merecemos ser felices, y yo no te puedo hacer feliz y lo que más quiero en este mundo, es verte feliz y enamorada… —el auto de Adam se detuvo detrás de nosotros. — Es mejor que me vaya… —se acercó lentamente a mí y planto un dulce beso en mis labios. —Te deseo lo mejor. —dijo y se separó de mí, caminando hacia su auto.

Me quede ahí de pie, viendo como Adam se alejaba de mí en la obscuridad, como las luces de su auto se perdían a lo lejos. Las lágrimas seguían cayendo. El chico que entregaba los autos, solo me veía con pena, para terminar yéndose de ahí, supongo que para dejarme sola.

¿Por qué me sentía tan mal si era lo que quería hacer? ¿Si yo planeaba terminar esta relación? ¿Por qué dolía tanto?

Mi pecho dolía. No podía dejar de llorar. Seguía viendo hacia el horizonte, donde minutos antes el auto de Adam había desaparecido. Baje la cabeza, tratando de tranquilizarme, pero nada ayudaba. Para cuando eleve la cabeza, una mano llena de pecas, me mostraba un tulipán rosa.
—No le digas a nadie, lo arranque del jardín. —lo tomé y le sonreí ligeramente. Me limpie las lágrimas y lo mire. —Lamento que haya terminado así.
—Iba a pasar, pero no pensé que sería de esta manera…—la voz se me quebró de nuevo. Danny se acercó a mí, y me abrazo. Yo coloque mi cabeza en su pecho, mientras lo abrazaba y dejaba que las últimas lágrimas se derramaran.

Para cuando me sentí mejor. Ambos decidimos regresar a la fiesta, donde al momento de acercarme a la mesa, Melanie y Emma se acercaron a mí, diciendo que habían visto llegar a Adam. Me miraron fijamente y comprendieron todo. Segundos después, me encontraba siendo devorada por un abrazo entre mis dos amigas. Danny ya se había sentado junto a Vanessa.

Trate de reponerme y dar lo mejor de mí en la fiesta. No quería arruinarle la noche a nadie, así que baile, trate de sonreír y bebí con todos ellos. Esto de fingir me salía muy bien.

Cuando la fiesta terminó, Emma y Tom me dijeron que ellos me llevarían a casa. Me sentía un tanto mareada, pero no era algo que me impidiera caminar o hablar con claridad.
Durante el camino, Tom se mostraba preocupado y yo no sabía si él ya se había enterado de lo que había sucedido con Adam, yo solo perdía mi vista en la carretera, tratando de entender por qué había aceptado todo en primer lugar, si yo sabía que nunca podría llegar a amar a Adam como él lo hacía. Todo lo que no quería, termino sucediendo. Lastime a Adam y me lastime a mí. No salió nada como yo quería que saliera y eso era lo que más me hacía sentir mal. Me sentía enojada conmigo. Todos me habían dicho que esto podría llegar a pasar y yo les decía que lo arreglaría antes de que sucediera, pero no hice nada al respecto.
Una lagrima cayo por mi mejilla y yo la limpie rápidamente.

Tom se detuvo fuera de mi departamento. Me despedí prontamente de ellos y baje. No me preguntaron nada, supongo que no querían presionarme. Les dije de nuevo adiós con la mano y entre.

Decidí subir las escaleras, en vez de tomar el ascensor. El repiquetear de mis tacones sobre el azulejo llenaba el silencio que había en todo el edificio. Al entrar a mi departamento, no tenía ánimos siquiera de despeinarme, quitarme el maquillaje y demás, solo me quite el vestido y tal cual, sin ponerme pijama, solo en ropa interior, me metí en mi cama e intente dormir. Quería que esto terminara rápidamente.



(…)



A la mañana siguiente, unos fuertes golpes a la puerta, hicieron que me despertara. Me talle la cara y trate de fijar mi vista en el reloj. Eran las doce del mediodía. Bufé y trate de ponerme de pie ya que los golpes no cesaban. Me levante de la cama y me di cuenta de cómo había dormido. Camine al armario y saque una playera que me quedaba grande y me la puse.

A pasos lentos y pesados, con un par de bostezos, me dirigí hacia la puerta. Era Melanie.
—Dios mío, Samantha. Tenía una hora tocando la puerta como loca desquiciada. Estaba a nada de tumbarla con mis propias manos. —la deje hablando y entre de nuevo al departamento, camine a mi habitación y me tumbe de panza en la cama.  A lo lejos escuche como cerraba la puerta y como el repiquetear de sus botas me indicaban que se iba acercando. A un lado de mí, el colchón se movió, dándome a entender que se había sentado. —Te ves pésimo.
— ¿Tu crees? —respondí sarcásticamente creyendo que no me escucharía ya que mi boca estaba presionada en el colchón.
—Sí… tienes todo el maquillaje de la noche anterior, los ojos hinchados y el labial… el labial creo que va en los labios, no en la mejilla. Ponte de pie, date un baño y después, saldremos. No te estoy preguntando. —dijo empujándome para que me incorporara. —Vamos, Samantha, mueve ese bendito trasero que la madre naturaleza te dio. —concluyo dándome un golpe en el trasero. Igual, no me moví, solo gruñí por lo bajo. No tenía ánimos de nada. —Samantha, lo haces por las buenas, o lo harás por las malas.
—No quiero.
—Sam…
—No.
—Bueno, tú te lo buscaste. —no sé de donde saco la fuerza, pero con un empujón, termino tirándome de la cama.
— ¡Hey! —me quejé mientras me sobaba la cabeza.
—Te lo advertí. Anda, ve a darte un baño, aquí te esperaré. —dijo acomodándose en mi cama, con una sonrisa triunfal.

Me di una ducha rápida, pero a pesar de eso, me había sentado bien. Salí del baño y Mel se encontraba con una sonrisa de enamorada en sus labios, mientras veía algo en su celular. Hice como que no la había visto, y camine a mi armario para tomar algo de ropa. Me vestí igual de rápido, solo me puse unos leggings, una blusa de punto a manga larga que me llegaba a medio muslo y unas botas. Me hice una trenza, dejando que cayera por mi hombro. Solo me puse un poco de mascara de pestañas y me tire de nuevo en la cama.
— ¿Lista? —pregunto Melanie elevando su mirada de su celular hacia mí.
—Sí… exactamente, ¿Qué haremos?
—Saldremos a comer y hablaremos de chicos. —se puso de pie y camino hacia la puerta de mi habitación. — ¿vamos?
— ¿Con quién te estabas enviando mensajes? No creas que no vi esa sonrisa…
— ¿Con quién más? Con Dougie. —abrí la boca en una “o” y le sonreí. —No es lo que piensas. Vamos, muévete Samantha. Muero de hambre.



(…)



Llegamos a un pequeño restaurante en el centro. Tomamos una mesa y segundos después el mesero vino a levantar nuestro pedido. Yo no tenía mucha hambre, así que solo había pedido una ensalada y un emparedado de pavo, Melanie, por su parte, había pedido la sopa del día y una hamburguesa con papas fritas. Mientras esperábamos, hablábamos de cosas sin importancia, no tocábamos el tema de los chicos.

En un momento de nuestra comida, tome mi celular y me perdí solo mirando la pantalla. Mi mente se había alejado de mí por unos segundos, hasta que Melanie hizo que regresara a tierra.
— ¿Qué piensas? —pregunto mientras se comía la última papa que había en su plato.
— ¿Debería llamarle a Adam?
—No creo que sea lo correcto, Sam. Supongo que ayer hablaron…
—Sí… y no. Solo me dijo que me deseaba lo mejor y que él no era Danny y… no sé, no quería que esto fuera así.
—Pero fue, y ya no hay nada que puedas hacer, Adam no se fue molesto ni contigo ni con él, fue algo que sucedió y ya no hay vuelta atrás, estoy de acuerdo que no fue la mejor manera, pero ya no puedes hacer nada para cambiarlo. Deja de lamentarte y lucha por lo que en verdad quieres, Sam.
¿Luchar por lo que quería? No sabía, era como… ¿Danny, que? No podía luchar yo sola por algo que en realidad ambos queríamos, o eso era lo que yo entendía. Ayer Danny al detenerme de ir detrás de Adam me había dado a entender que si quería estar conmigo. Tal vez era tiempo de que ambos volviéramos a hablar o tratar de dejar en claro todo.
—Supongo que tienes razón.
—No, no supongas… tengo razón, amiga.








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