Después de estar hablando
unos minutos, le pregunte a Adam el porqué no estaba trabajando. Me dijo que le
habían dado el día libre y que había decidido salir a caminar e ir a comprar un
libro. Me pregunto que si lo acompañaba y después íbamos a tomar un café por
ahí. Yo accedí, no tenía ganas de llegar a casa, ya que sentía que me
deprimiría.
Al llegar me percate de que era una librería donde vendían libros usados y algo viejos, el olor era típico de estos lugares. Adam hizo una seña de que lo siguiera, pero le dije que me pondría a ver el lugar. El me sonrío y se alejo.
Al llegar me percate de que era una librería donde vendían libros usados y algo viejos, el olor era típico de estos lugares. Adam hizo una seña de que lo siguiera, pero le dije que me pondría a ver el lugar. El me sonrío y se alejo.
Comencé a caminar por el
lugar, en serio eran libros muy antiguos y algunos otros de poco años atrás. Un
estante de libros infantiles me llamo la atención, así que me acerque y empecé
a buscar con la mirada uno, no sabía el porqué de esto, pero sentía que debía
buscarlo. Inconscientemente, mi vista se poso en un libro de pasta dura, manchada
por los años. Lo tome y dirigí mi vista a la portada. Las hojas tenían un
ligero color amarillo, pero estaba en perfecto estado.
Un nudo se formo en mi garganta al estar hojeándolo, las lagrimas se comenzaban a amontonar en mis ojos.
Cuando era pequeña, mi mamá -y algunas veces mi papá-, me leía este libro antes de dormir. Nunca había visto otro ejemplar, ya que a mi mamá se lo habían regalado cuando era pequeña, era de mi abuela. Era una especie de “herencia” familiar.
Recordaba perfectamente lo mucho que había llorado al descubrir que se había perdido en la mudanza, mamá me había prometido que me compraría otro, pero jamás lo encontró, ya que había pocos ejemplares en todo el mundo. Pero, verlo ahora, en estos momentos era demasiado para mí. Sentía que era una señal de que ellos seguían estando aquí, conmigo.
—Sam. —dijo Adam detrás de mí. Deje el libro en su lugar, mientras limpiaba una lágrima traicionera que caía por mi mejilla. Tome aire y me gire, regalándole un intento de sonrisa.
— ¿Encontraste tu libro? —pregunte.
— ¿Te sientes bien? ¿Lloraste? —inquirió preocupado.
—Si, solo recordé unas cosas. —señale el estante donde estaba el libro. Que por cierto, resaltaba entre todos aquellos obscuros y realmente viejos ejemplares que lo rodeaban. —Mis papás solían leerme aquel libro y bueno… —me encogí de hombros.
—Entiendo…—apretó ligeramente mi mano y después la soltó. — Y, ¿Por qué no lo compras?
—Oh, no, en estos momentos no puedo gastar en cosas así, aunque quisiera, no podría. —suspire mientras observaba ese tesoro de mi infancia con anhelo. Mire de nuevo a Adam. — ¿Encontraste tu libro? —pregunte de nuevo.
—Si, aquí lo tengo. —dijo mostrándome la bolsa que envolvía su compra.
Salimos de la tienda y la verdad es que yo ya no me sentía con ánimos de ir a tomar un café. Adam lo entendió y me acompaño a mi casa. Nos despedimos y entre al departamento.
Un nudo se formo en mi garganta al estar hojeándolo, las lagrimas se comenzaban a amontonar en mis ojos.
Cuando era pequeña, mi mamá -y algunas veces mi papá-, me leía este libro antes de dormir. Nunca había visto otro ejemplar, ya que a mi mamá se lo habían regalado cuando era pequeña, era de mi abuela. Era una especie de “herencia” familiar.
Recordaba perfectamente lo mucho que había llorado al descubrir que se había perdido en la mudanza, mamá me había prometido que me compraría otro, pero jamás lo encontró, ya que había pocos ejemplares en todo el mundo. Pero, verlo ahora, en estos momentos era demasiado para mí. Sentía que era una señal de que ellos seguían estando aquí, conmigo.
—Sam. —dijo Adam detrás de mí. Deje el libro en su lugar, mientras limpiaba una lágrima traicionera que caía por mi mejilla. Tome aire y me gire, regalándole un intento de sonrisa.
— ¿Encontraste tu libro? —pregunte.
— ¿Te sientes bien? ¿Lloraste? —inquirió preocupado.
—Si, solo recordé unas cosas. —señale el estante donde estaba el libro. Que por cierto, resaltaba entre todos aquellos obscuros y realmente viejos ejemplares que lo rodeaban. —Mis papás solían leerme aquel libro y bueno… —me encogí de hombros.
—Entiendo…—apretó ligeramente mi mano y después la soltó. — Y, ¿Por qué no lo compras?
—Oh, no, en estos momentos no puedo gastar en cosas así, aunque quisiera, no podría. —suspire mientras observaba ese tesoro de mi infancia con anhelo. Mire de nuevo a Adam. — ¿Encontraste tu libro? —pregunte de nuevo.
—Si, aquí lo tengo. —dijo mostrándome la bolsa que envolvía su compra.
Salimos de la tienda y la verdad es que yo ya no me sentía con ánimos de ir a tomar un café. Adam lo entendió y me acompaño a mi casa. Nos despedimos y entre al departamento.
Con cuidado de no hacer
ruido entre, y encendí la luz. De nuevo, me lleve la sorpresa de que Ken había
traído a una de sus amiguitas, ya que había ropa regada sobre los muebles de la
sala, y sobre el piso, era la segunda vez que me pasaba esto. El estomago se me
revolvió al escuchar respiraciones agitadas detrás de la puerta de su
habitación. Me dieron ganas de llorar.
Camine hacia la cocina y vi que no había quitado el papelito del calendario que correspondía al día de hoy, así que lo hice “14 Agosto2012” decía, suspire. Mañana
era el día que había estado evitando desde que llegue aquí –y todos los años
anteriores- me alegraba la idea de que ninguno de mis amigos estuviera tocando
el tema de mi “cumpleaños”. Salí de la cocina y fui a mi habitación, necesitaba
urgentemente darme un baño.
Camine hacia la cocina y vi que no había quitado el papelito del calendario que correspondía al día de hoy, así que lo hice “14 Agosto
Para cuando salí de aquel
pequeño momento de relajación que había tenido. Me puse un pantalón de
mezclilla, una blusa de tirantes delgados y arriba de esta, una sudadera azul.
Me deje el cabello suelto para que se secara por sí solo.
Me recosté en la cama. Me sentía molesta, triste, con ganas de aventar costales de harina a cualquiera que se pusiera frente a mí. Siempre me ponía así cuando mi cumpleaños se acercaba, mi mamá siempre me ayudaba a sobrellevar estos días, pero ahora ella ya no estaba conmigo y sentía que me iba a volver loca. Mis ojos comenzaron a arder, señal de que no tardaba en derramar algunas lagrimas. Suspire marcadamente.
Decidí salir de mi habitación, para ver si Ken se había ido, ya que minutos antes había escuchado como se cerraba una puerta, lamentablemente aquí seguía, pero me había encontrado con la sorpresa de una rubia exuberante, en la sala de la que también era mi casa, se estaba paseando por ahí solo con una sabana cubriendo partes especificas de su cuerpo. La mire con asco, a lo que ella se dio cuenta.
— ¿Quién eres? —pregunto altanera.
—No es algo que te importe. —respondí cortante. Ken salió de la habitación y me miro muy serio, pero no me importo. —Pensé que habíamos quedado en que ya no traerías mujeres al departamento. —reproche molesta.
—Este es mi departamento. —dijo. — Y puedo traer a quien se me pegue la gana. Te recuerdo que aquí la arrimada eres tú.
—No puedo creerlo, no es que yo quiera estar aquí, te recuerdo lo que dijo mi mamá al…
— ¡No me importa lo que haya dicho tu madre, ella ya no está y ya no ve lo que pasa aquí, debes madurar y pensar en eso, deja de ser una chiquilla mimada! —grito interrumpiéndome.
Bufé molesta.
—Que rápido la olvidaste. Y decías estar enamorado perdidamente de ella, pero ya veo que no, solo la querías por su dinero, el cual lamentablemente no te dejo, porque todo me lo dio a mí. — dije en voz alta. Lo cual provoco que él se acercara amenazadoramente hacia mí.
— ¡Repite lo que acabas de decir! —grito tomándome de las muñecas fuertemente, sentía que me quedaría marca de eso. Yo intentaba zafarme, mientras la rubia nos miraba divertida.
— ¡Suéltame! —grite.
— ¡Que repitas lo que acabas de decir! —siguió gritando, sin soltarme. Cada vez era más doloroso su agarre.
— ¡Dije que eres un maldito imbécil! —no sé de donde saque fuerzas, pero me deshice de su agarre, empujándolo hacia atrás, estuvo a punto de caer. Antes de que se acercara de nuevo a mí, corrí a mi habitación y coloque el seguro por dentro. Escuche que Ken venia hacia acá, no sabía qué hacer, sabía que estaba en problemas. Empezó a forcejear con la puerta, intentaba abrirla. Sentía que me iba a volver loca. Él seguía detrás de la puerta de mi habitación. No podía quedarme aquí, con el así de molesto.
Me recosté en la cama. Me sentía molesta, triste, con ganas de aventar costales de harina a cualquiera que se pusiera frente a mí. Siempre me ponía así cuando mi cumpleaños se acercaba, mi mamá siempre me ayudaba a sobrellevar estos días, pero ahora ella ya no estaba conmigo y sentía que me iba a volver loca. Mis ojos comenzaron a arder, señal de que no tardaba en derramar algunas lagrimas. Suspire marcadamente.
Decidí salir de mi habitación, para ver si Ken se había ido, ya que minutos antes había escuchado como se cerraba una puerta, lamentablemente aquí seguía, pero me había encontrado con la sorpresa de una rubia exuberante, en la sala de la que también era mi casa, se estaba paseando por ahí solo con una sabana cubriendo partes especificas de su cuerpo. La mire con asco, a lo que ella se dio cuenta.
— ¿Quién eres? —pregunto altanera.
—No es algo que te importe. —respondí cortante. Ken salió de la habitación y me miro muy serio, pero no me importo. —Pensé que habíamos quedado en que ya no traerías mujeres al departamento. —reproche molesta.
—Este es mi departamento. —dijo. — Y puedo traer a quien se me pegue la gana. Te recuerdo que aquí la arrimada eres tú.
—No puedo creerlo, no es que yo quiera estar aquí, te recuerdo lo que dijo mi mamá al…
— ¡No me importa lo que haya dicho tu madre, ella ya no está y ya no ve lo que pasa aquí, debes madurar y pensar en eso, deja de ser una chiquilla mimada! —grito interrumpiéndome.
Bufé molesta.
—Que rápido la olvidaste. Y decías estar enamorado perdidamente de ella, pero ya veo que no, solo la querías por su dinero, el cual lamentablemente no te dejo, porque todo me lo dio a mí. — dije en voz alta. Lo cual provoco que él se acercara amenazadoramente hacia mí.
— ¡Repite lo que acabas de decir! —grito tomándome de las muñecas fuertemente, sentía que me quedaría marca de eso. Yo intentaba zafarme, mientras la rubia nos miraba divertida.
— ¡Suéltame! —grite.
— ¡Que repitas lo que acabas de decir! —siguió gritando, sin soltarme. Cada vez era más doloroso su agarre.
— ¡Dije que eres un maldito imbécil! —no sé de donde saque fuerzas, pero me deshice de su agarre, empujándolo hacia atrás, estuvo a punto de caer. Antes de que se acercara de nuevo a mí, corrí a mi habitación y coloque el seguro por dentro. Escuche que Ken venia hacia acá, no sabía qué hacer, sabía que estaba en problemas. Empezó a forcejear con la puerta, intentaba abrirla. Sentía que me iba a volver loca. Él seguía detrás de la puerta de mi habitación. No podía quedarme aquí, con el así de molesto.
Abrí la ventana y el
gélido aire golpeo mi rostro. Tome mi bolso, junto con mi celular y las llaves
de la casa, revise si tenía dinero en efectivo o algo, pero no, solo tenía la
tarjeta del banco. Me asome de nuevo y con la mirada busque las escaleras que
estaban pegadas a la fachada del edificio. Ya que las vi, estire con cuidado
mis piernas y las coloque una por una sobre ella. Baje rápidamente y comencé a
caminar con prisa, para que Ken no me viera. Ya que vi que estaba a una
distancia considerable del departamento, baje la velocidad.
Iba a explotar en cualquier momento. El pecho me dolía, me costaba respirar y los ojos me ardían, tenía un ataque de ansiedad, eso era obvio.
¿Qué hacia? ¿A dónde iba? No podía llamarle a ninguno de los chicos y mucho menos a Emma y Melanie, no quería explicar lo que había pasado, ni él porque me había salido de casa. Dormiría en un hotel, y mañana regresaría a casa, ya que Ken estuviera calmado. Sí, eso haría.
Iba a explotar en cualquier momento. El pecho me dolía, me costaba respirar y los ojos me ardían, tenía un ataque de ansiedad, eso era obvio.
¿Qué hacia? ¿A dónde iba? No podía llamarle a ninguno de los chicos y mucho menos a Emma y Melanie, no quería explicar lo que había pasado, ni él porque me había salido de casa. Dormiría en un hotel, y mañana regresaría a casa, ya que Ken estuviera calmado. Sí, eso haría.
Estuve caminando por
varios minutos, buscando un hotel, mientras masajeaba mis muñecas, las cuales
estaban rojas y dejaban ver la marca de los dedos de Ken. Maldije por lo bajo.
A lo lejos vi un hotel Hilton, ya no quería seguir caminando, así que llegaría ahí y me registraría.
A lo lejos vi un hotel Hilton, ya no quería seguir caminando, así que llegaría ahí y me registraría.
Entre y fui directo a la
recepción, pedí una habitación por una noche y pague. Me dieron la llave y me
explico el cómo llegar a donde dormiría. Fui hacia los ascensores y espere que
se abriera la puerta, ya que se abrió, entre y di clic sobre el botón número
tres.
No tardo en subir, salí de ahí y busque mi habitación, era la número 320. Ya que la vi, abrí la puerta, entre rápidamente cerrándola detrás de mí con fuerza, corriendo hacia la cama. Comencé a llorar desconsoladamente.
No tardo en subir, salí de ahí y busque mi habitación, era la número 320. Ya que la vi, abrí la puerta, entre rápidamente cerrándola detrás de mí con fuerza, corriendo hacia la cama. Comencé a llorar desconsoladamente.
No sé por cuánto tiempo
llore, pero me había quedado dormida. Cuando abrí los ojos, todo estaba
completamente obscuro. Sentía que mis ojos me pesaban, y la garganta arder.
Tantee el colchón con la mano, buscando mi bolso, ya que lo sentí, saque mi
celular y lo encendí. Tenía varias llamadas perdidas de Tom, unas cuantas de
Emma y Mel, y otras mas de Danny. No tenía ánimos de llamar a nadie. Me acomode
bien sobre el colchón y observe la habitación en la que estaba.
Me sentía tan sola en estos momentos, y tenía tantas ganas de llamar a Danny.
Me sentía tan sola en estos momentos, y tenía tantas ganas de llamar a Danny.
Mi estomago gruño, así
que descolgué el teléfono y pedí algo de comer. Encendí el televisor, y a los
minutos trajeron lo que había pedido para cenar. Me deshice de los pantalones,
y de mi sudadera, quedando solo con la ligera blusa de tirantes y mis
calzoncillos. Terminando de cenar, deshice la cama, y me metí en ella esperando
sentirme mejor, pero no… las lágrimas comenzaron a caer de nuevo.
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Perdón por haber tardado en subir, pero estuve ocupada y ni tiempo para tomar la compu tuve :/ pero bueno, acá esta el capítulo, el cual espero les guste. NECESITO que me digan que piensan de esté capítulo, es algo así como clave para uno que viene próximamente ;) así que por favor dejen sus comentarios.
Ahora si no tengo mucho que decir, solo que estén disfrutando lo que queda del fin de semana.
Ahora si no tengo mucho que decir, solo que estén disfrutando lo que queda del fin de semana.
Las quiere.
Yanan.
¡no olviden 15+ likes y comentarios!<3
pd. Puede que me tarde en subir algunas veces, pero no por eso dejaría el fic empezado :) (lo digo, porque recibí un comentario diciendo que esperaba que no dejara de escribirlo hehe)
Lo ameeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee la espera valio tanto <3 ojala Adam le regale aquel libro <3 hermosa la historia :)
ResponderEliminar*Muere lentamente* Realmente ame este capitulo y espero por fin que Sam se aleje de ese estúpido e imbécil de Ken >:c es tonto tonto tonto *se enoja* pero en fin espero que Adam le regale el libro a Sam pero me gustaría mas que se lo diera Danny, amo a Danny pero debería decir ya a Sam que siente.
ResponderEliminarLo siento por tanto rollo :3
Te quiero <3
No entiendo como Sam sigue viviendo con el tipo!
ResponderEliminarDebería de pedir ayuda o algo así, pero que ya se vaya, sufre mas estando en aquel lugar! :(
Udvdjdhdgd
Me encanto el capítulo! aunque extrañe el drama con Danny! Fue mas un capitulo de descubrimiento(? pff y dejo al pobre Adam! hahaha okno!
Bien esperare el siguiente aunque te tardes no importa, vale la pena la espera!! :)
no se como es que ella sigue ahi deberia de irse de ahi, si no le quiere contar a nadie sus problemas con ese tipo deberia de agarrar sus cosas e irse de ahi o es que simplemente le gusta que la matrates xd ok ya ps me encanto el capitulo aunque no aparece danny y sale el viejo ese cuyo nombre no me aprendo por razones obvias xd bueno espero el siguiente ya sabes :)
ResponderEliminarHola odio al estúpido Ken ¡que le dén!
ResponderEliminarMaldito Ken :| yo digo que Sam debería de irse de ese departamento. No se porque pero creo que se que regalo recibirá Sam. Siguela :)
ResponderEliminarAtte: Fer
Creo que Adam le regalará el libro a Sam :o, no sé. Ken es un imbécil, maldito mal nacido. Okya. Ojalá se anime a llamar a Danny asjalkjslkas :$, tiene que llamarlo, yo que sé Sam se sentiría muchísimo mejor estando con Danny y nada más que Danny (?). Espero no pase mucho para cuando lea el próximo. Qué tengas una buena semana :-).
ResponderEliminarMe encanto'*.* Aunque ken me caiga de la patada!'Me gustaria que le intentara pegar a sam &'En eso llegara Danny *.*'Oh nose'x)) Me encanto'Espero el proximo con ansias:3
ResponderEliminarQue Ken se caiga a un pozo! jajjajjajja No me lo banco x) Y Adam es muy tierno *_* Per que Danny se anime a dar el paso de una vez por todas (?) ah jaajaja
ResponderEliminarContinuala pronto!
Hola!! tu blog está genial, me encantaria afiliarlo en mis sitios webs. Por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiar ambos con mas visitas.
ResponderEliminarme respondes a munekitacate@gmail.com
besosss
Emilia
Tienes una manera tan Ú-N-I-C-A de escribir. Enserio tienes mucho talento, pero más para transmitir un montón de emociones. Me encanta, simplemente, me encanta. Y cada vez que veo un nuevo tweet diciendo que hay capítulo.. vengo corriendo. Soy tu fan <3
ResponderEliminarAh, y me gustó mucho el capítulo.
hay por dios *-* si te digo que sos genial escribiendo me quedo corta! me E-N-C-A-N-T-O!!
ResponderEliminarAyyy Dioos Mio'*.* Tu nove no puede ser mas PERFECTA!Encerio ya quiero qe salga el prox. capitulo *---*
ResponderEliminar