martes, 25 de octubre de 2011

Capítulo cinco.





Un gran alboroto proveniente de la sala, hizo que me despertara. Mire el reloj que estaba en mi mesa de noche y eran las 8 de la mañana. Me puse de pie, y con los ojos un poco cerrados, salí de mi habitación.
Era Ken, y estaba ebrio. Ahora entendía de donde provenían tantos ruidos, el no dejaba de gritar mi nombre y de golpear la mesa.
— ¿Qué pasa? —pregunte cuidadosa, mientras un bostezo salía de mi boca.
— ¡Donde esta mi café! —grito.
—En la cafetera. —respondí con obviedad, cosa que a Ken no le apareció. Camino rápidamente hacia mí.
— ¡Siguiente regla, no me contestes! — dijo dándome una bofetada, que yo no había visto venir. Sentía mi mejilla arder.
— ¡No eres quien para golpearme! —grite, a lo que Ken respondió con otra bofetada.
— ¿Qué te he dicho? ¡No me contestes! Vives en mi casa, vivirás bajo mis reglas. —dijo tan cerca de mí, que casi sentí ganas de vomitar por el gran olor a cerveza que despedía. —Ahora muévete de mi camino. —dijo empujándome. El entro a su habitación, dando un gran portazo.

¿Cómo se atrevía ponerme una mano encima? Me pregunte durante los minutos que dure bajo el chorro de agua. Ahora si estaba llorando, me sentía impotente y furiosa. ¿Qué podía hacer? « Fue culpa del alcohol.»
Salí de la ducha y me puse unos jeans y una camiseta estampada.

A pesar de lo que había pasado hace unas horas, era un bonito día, y mi habitación tenía una linda vista, así que me senté sobre el marco de la ventana, junto con mi cuaderno de dibujo, quería distraerme. Empecé a dibujar, mi mano se deslizaba suavemente sobre aquella hoja blanca… Estaba dibujando un rostro masculino, el cual tenía tiempo soñando. Ni siquiera lo conocía o lo había visto alguna vez en mi vida, simplemente había aparecido en mis sueños.

Estuve dibujando toda la mañana, ni siquiera había salido para ir a desayunar algo. Me puse de pie, ya que no tardaba Ken en despertarse, y la verdad no quería que se repitiera lo de hace unas horas. Guarde mi cuaderno de dibujo en mi escritorio y me mire en el espejo. Tenía la mejilla un poco morada y el labio hinchado. «Idiota».

Camine a la cocina, saque el arroz y el pollo y los calenté en el horno. Había llegado a tiempo, ya que en cuanto apague la estufa, Ken salió de su habitación, sentándose sobre el mullido sillón reclinable. ¿Le llevaba la comida allá? O ¿esperaba a que se sentara en la mesa? Me decidí por la primera. Saque una cerveza del refrigerador. Con el plato de pollo y arroz en una mano, y la cerveza en la otra, camine hacia la sala. Los deje en una mesita al lado del sillón.
Ken miro el plato que tenía a su derecha y después me miro a mí.
—Huele bien, veamos que tal sabe.
—Hay comida en la nevera, para más tarde—guarde silencio. — Voy a salir… —dije unos segundos después.
—Haz lo que quieras, no soy tu niñero. —dijo tomando la cerveza y subiéndole al volumen del televisor.


Fui por mi bolso, y salí de la casa. En cuanto tuve un pie fuera, me puse a pensar en cómo había cambiado todo, sentí como mis ojos se humedecían. Agradecía llevar el cabello suelto y el fleco cubriendo un poco. Iba caminando con la cabeza baja, intentando que nadie me viera llorar.
Conforme iba caminando, la acera iba llenándose de gente. Pero no le di importancia, hasta que me estrelle con un chico, provocando que lo que él traía en sus manos se cayera.
—Lo siento. —dije inclinándome para ayudarle a recoger sus cosas.
—No, perdóname a mí. —dijo con voz ronca y una ligera risita. El también se había inclinado para recoger sus cosas. —Venia viendo el celular y…—nuestras miradas se encontraron. Pero yo evite que me viera, poniéndome de pie. — ¿Te encuentras bien?
— ¿Perdón? —pregunte sin elevar mi rostro. — ¿A qué te refieres? —cuestione confundida.
—No sé, supuse que te sentías mal. Como venias distraída y…
—Estoy bien… Lo siento. —dije a manera de despedida, dejándolo ahí parado, mirando cómo me iba.

Seguí caminando, pero sentía la vista de aquel chico sobre mi espalda ¿Qué tanto me veía? Di vuelta a la derecha y saque mi móvil. Le llamaría a Melanie.
— ¿Diga?
—Mel, soy Sam… ¿Qué harás hoy?
— ¿Te encuentras bien?
—En realidad no. ¿Dónde estás?
—Voy a tener una pequeña reunión en casa, te espero aquí.
—No, no quiero molestarte.
— ¿Eres una idiota o qué? No me molestas, ven y hablamos. Además, sirve que conoces nuevas personas. Solo van a venir unos amigos y sus acompañantes.
—Bien, voy para allá.

Minutos después, me encontraba tocando el timbre de la casa en la que vivía Melanie.  Me sentía enojada conmigo misma. No dejaba de golpear el piso con mi pie, en espera de que fueran a abrirme la puerta. Melanie abrió la puerta y me vio ahí parada, yo solo eleve las cejas y pase.

La casa de Melanie era perfecta, era sofisticada, pero se sentía el calor de hogar. Ahí vivía Mel, con su madre. Pero más bien era casa de Melanie, ya que su madre se la pasaba de viaje.
Al pasar, me percate de que la mesita que estaba al centro de la sala, tenía toda clase de botanas, y cerca de la puerta de la cocina, había una un barecito lleno de bebidas alcohólicas y refrescos.
—Lamento haberte llamado así nada más. Pero necesitaba verte, no sabía a dónde ir.
— ¿Qué fue lo que paso? —dijo percatándose de mi labio hinchado y de mi mejilla, que seguía ligeramente morada. — ¿Ken te golpeo…?
—Supongo que hice algo mal… no sé, o tal vez el alcohol.
— ¿Cómo lo permitiste? —dijo regañándome.
—No vi venir el golpe, acaba de despertar. No volverá a pasar…
—Sam, promételo.
—Lo prometo, pero…—y en ese momento el timbre nos interrumpió. —Supongo que llego tu visita, iré al baño a refrescarme el rostro.
—De acuerdo, pero la plática sigue pendiente. —dijo, mientras las dos nos poníamos de pie. —Sube a mi habitación, y ponte un poco de maquillaje, si así lo quieres. —yo le sonreí y subí las escaleras.

Para cuando baje de la habitación, la visita de Melanie, ya estaba devorando las botanas y bebiendo. En ese momento me sentí demasiado tímida. ¿Qué hacia? ¿Llegaba y saludaba? o ¿simplemente me paraba ahí, hasta que se dieran cuenta de mi presencia?
Mel me vio acercarme.
—Chicos, quiero presentarles a mi amiga Samantha. —Tres chicos y dos chicas se giraron y me sonrieron. Odiaba ser el centro de atención.
—Hola, mucho gusto. —dije. Un chico rubio que tenía un hoyuelo en una de sus mejillas, estiro su mano hacia mí y yo la estreche.
—Hola, yo soy Tom, y ella Kate. —La chica me sonrió en modo de saludo. —El es Dougie—señalo a otro rubio, con ojos azules. —El señor músculos es Harry—todos reímos ante ese comentario— y su novia Karen. —todos me sonrieron y estrecharon su mano con la mía. —Y bueno, nos falta uno, pero aun no ha llegado.
Dicho eso, el timbre de la casa sonó.
—Creo que es el. —dijo Mel, caminando hacia la puerta.
Observe al chico que acaba de entrar, ¿Dónde lo había visto?
—Y el es Danny. —dijo Tom.
Claro, acababa de chocar con él hace unas horas. ¿Qué hacia aquí? ¿Enserio era amigo de Mel? Qué pequeño es el mundo….




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Por favor, creo que no les toma mucho comentar el capitulo, en serio necesito saber si la leen hahaha, como sea. espero les guste :)
NO quiero lectoras fantasmas.


Yanan.

4 comentarios:

  1. ¡Es una tonta Samantha por dejar que la golpeen! Lo siento pero es la verdad, ¿donde rayos esta su dignidad? Esperaré con ansias el próximo Yanan.

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  2. No, yo no fui la que escribio! Apenas te estoy escribiendo e_e hehehe
    OH-EM-YI! Yo quiero saber lo que va a pasaaaaaaaaaaaaaaaaaaar! :d :d :d
    Te amodio, Queen♥

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  3. Yo no se como puede llegar a soportar eso yo con esa edad ya me hubiera ido de esa casa :/ Casual encuentro ;)
    Publica pronto :)

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  4. Pobre Sam, pero por suerte después tuvo un buen día porque se encontró con Dan :)

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